Álvaro Robles Belbel
Moderación inferior a la esperada del IPC en EEUU
Paladar
El pollo asado es un asunto la mar de serio. En millones de casa españolas es una tradición familiar de los fines de semana (en Andalucía, algo menos). No hay nada como tener un asador de confianza, un lugar adonde recurrir cuando por cualquier premura o pocas ganas de entrar en la cocina solventa con calidad, jugosidad y buen precio el desavío con un pollo asado de calidad. En la provincia onubense, por su influencia portuguesa, se suele elaborar con carbón, que le aporta un punto ahumado inigualable. Lo más habitual el ave sometida rodante ante los quemadores, el rostizado.
En Madrid dos jóvenes se han tomado totalmente en serio ese rito del pollo asado y de otras viandas al carbón en un local lleno de costumbrismo que se llama El Zagal 1200, en el barrio de Salamanca, en la calle Diego de León. Un local chiquito como ese 1.200 que alude a los gramos que ha de tener un pollo para que quede perfecto por dentro y por fuera. Un asado sin excesos, con la condimentación justa y que puede presumir de seguir las pautas de las abuelas más sabias en manejar las brasas.
Adriana Zunzunegui y Borja Galobarte se asociaron para encontrar ese nexo entre la cocina casera con todas las posibilidades y la materia prima de calidad para convertir la degustación de un pollo asado en un bocado de primera división y sin que el bolsillo duela. Es decir, para que el pollo sea lo que siempre fue, trasladado a estos tiempos de prisas y sabores insulsos.
El Zagal 1200 señala un camino, el concepto de unir el asador de la esquina con un local con encanto donde también se puede degustar una sopa de pollo como en casa (en la casa de los padres), alitas, berenjenas asadas o pimientos rojos al carbón, ensaladas, en una carta escueta donde nada se ha dejado al azar y todo merece una degustación.
Entre restaurantes de diseño, cocina fusión furibunda e importaciones lejanas, hay lugares en Madrid que se dirigen a los orígenes para colocar a la gastronomía con estilo casero en un rumbo más acorde con los tiempos actuales. La iniciativa de estos jóvenes se ha puesto a fuego lento hasta comprobar cómo el pollo al carbón, con su estilo de siempre, es capaz de ser alternativa actual para los comensales de este siglo XXI donde se cuida más el postureo que la sinceridad.
Y si es por competir por la tarta de queso, que es la rivalidad máxima en la restauración madrileña, este Zagal tiene una propuesta interesante también.
También te puede interesar
Lo último