Desde la espadaña

Felipe Ortuno M.

El problema es...

01 de octubre 2025 - 03:06

El mundo está de tal manera que no hay por donde cogerlo (agarrarlo en Argentina). Lo trinques por donde lo trinques, se te caen los palos del sombrajo; y sin embargo te quiero. Pregúntale a la IA (lo acabo de hacer) y te enumera puntualmente todos los conflictos, todos los problemas y todas las globalidades imaginables. No he necesitado pensar, me las ha servido en bandeja. Pero no me valen, no me satisfacen, no me aclaran. Hay que ir más allá, a la causalidad posible, si quiera sea para entender el ‘desde dónde’ para llegar a ese horizonte de insatisfacción que se nos abre a cada instante. Porque el problema del mundo reside en el problema del hombre: otro misterio insondable, y que, sin embargo, necesitamos abordar.

El hombre es el problema. No hay otro, a mi entender: qué sea el hombre y hacia dónde nos lleva este Prometeo autodestructivo. Desde Platón -y mucho antes- el ser humano ha sido definido por cada quién según le ha ido en la feria. Y ahí estamos, sin ponernos de acuerdo en la esencia, ni en la existencia; únicamente en la destrucción. Imbuidos por la búsqueda de sentido hemos creado culturas y civilizaciones; por la misma razón que las hemos destruido y superpuesto unas a otras ¿Para qué? ¿Para conseguir la razón de qué y de quién? Las razones políticas que vivimos están en esa tesitura: quitarte a ti para ponerme yo.

Al menos, en la antigüedad les importaba el alma, hasta discutían por la concepción de la divinidad que luego repercutía en el modo de gobierno. No era lo mismo el Monarquismo teológico que el Absolutismo divino; no era lo mismo la Aristocracia Olímpica que la Democracia demiúrgica. No era lo mismo, y según fuera una concepción u otra así se regía el sistema político.

No era lo ideal, desde luego, pero trataban en profundidad radical la razón de ser de un estado u otro; ahora es un tururú menguante, carente de respeto y falto de consideración a los ciudadanos ¡Ver para creer! ¡Hasta dónde hemos llegado! Desde que el ser humano, tan complejo y multidimensional, se ha adueñado de la razón absoluta, de la libertad para hacer y deshacer valores y, sobre todo, desde que se ha sacudido la trascendencia, como si se espantara las moscas, se ha convertido en un problema de tente y no te menees.

Las ideologías horizontales, emanadas de la revolución francesa, la praxis marxista y la temporalidad heideggeriana han causado más víctimas que las hordas mongólicas en toda su historia; no sólo en lo material, que también, sino en los trastornos mentales que siguen horadando los indigentes cerebros occidentales.

Anda el hombre europeo creyendo que es él quien elige el bien y el mal, sin darse por enterado que las ideologías dominantes se lo sirven en plato frío; alardea de haberse cargado a Dios, de haber conseguido el desenganche de los cielos, y cae en manos de diosecillos terrícolas incompetentes; se cree más racional para comprender el cosmos, y hunde sus protuberancias en el instinto del mundo que se lo come con papas; piensa haber logrado interactuar con mayor número de personas, y le han convertido en un individualista esclavo de las redes ¿sociales? ¡Si Aristóteles levantara la cabeza!

Del lenguaje, mejor no hablar ¿Dónde ha quedado la cultura simbólica? ¿En los emoticones? Todo se vive en la inmediatez, en la carencia de espiritualidad y en el sólo gusto insaciable por las cosas ¿Es este el hombre que ha destilado occidente? ¿Su mejor cosecha? Algo está fallando. Aquello que verdaderamente nos define tiene que encontrar su sentido, un propósito más elevado que nos saque de esta cuneta de broza en la que nos hallamos sumergidos. Merece la pena aspirar a un poco de dignidad existencial, aunque se muera en el intento.

Desde luego no estoy dispuesto a que sea el Parlamento europeo quien defina mi ser en el mundo. No me resigno a que sean las Constituciones liberales de los países miembro quienes determinen la vida que he de tener o el pensamiento que he de profesar. De ningún modo. Antes morir que perder la vida ¿Dónde se encuentran los valores de la Unión Europea recogidos en la Carta de los Principios Fundacionales? Más allá de la unidad monetaria ¿qué pasa con las democracias totalitarias, como la nuestra, que conculca derechos e igualdades? ¿Realmente se puede defender el ciudadano del atropello constitucional cuando un sátrapa se pasa por el forro los principios mínimos de convivencia? ¿Dónde acudes?

Las ideologías de bajo calado están haciendo mella en los principios de quienes idearon una Europa unida ¿No estaremos asistiendo a la desintegración de Europa por falta de Principios sólidos? El wokismo ha hecho mella en las mentes vacías del relativismo campante y el comunismo reinante; naturalmente disfrazado de buenismo humanitario, con tal de que no aparezca el Dios cristiano o se visibilice la cultura que nos constituyó y dio razón de ser.

Desde que hemos comprado los relatos punkipollas que banalizan y persiguen a las víctimas; desde que nos hemos vendido a una libertad que justifica la muerte del nasciturus y promociona el suicidio asistido; desde que nos hemos entregado al gobierno de los justificaron la violencia terrorista; desde que cambiamos la Patria por la aldea de Astérix… nada podemos hacer sino oponernos, contra viento y marea, con la recuperación del movimiento cívico que propugna la verdad frente a la manipulación existente, que pretende destruir al empresario, a la misa y a los jueces.

Es imprescindible resistir al hombre kafkiano que nos venden, al martillo que nos aplasta, a la hoz que siega cuanto de natural nos queda todavía. Dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, estado de derecho, derechos humanos… ¿De verdad están cohesionando la estabilidad de los Estados miembros? El sueño de Alicia del que, cuanto antes, es preciso despertar.

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