Análisis

Manuel sotelino

La procesión del Corpus

Podrán meternos en la cárcel pero dentro de la celda podremos ser libres de espíritu

Me contaba hace unos días el gran cofrade Francisco Garrido Arcas que la procesión de la sacramental del pasado domingo en Santiago fue una auténtica delicia. Aquello fue el domingo pero el pasado jueves, que al parecer ya no es la festividad del Corpus según indica la misma liturgia, la que organizaba la sacramental de San Marcos no le iba a la zaga.

Son pequeñas muestras del sentir del pueblo cristiano a ese alimento perpetuo que Dios quiso ofrecer a sus hijos. No hay religión alguna en la que sea el mismo Dios quien se entregue con su Cuerpo y su Sangre por medio del sacramento de la eucaristía. El cordero inmolado ya no es necesario buscarlo entre el rebaño ya que es el propio Hijo de Dios -que está encarnado- el que se entrega por el género humano. Maravilloso misterio este que hace del cristianismo algo único.

Me contaba Paco Garrido las delicias de la procesión en Santiago. Y debió de ser cierto. Al igual que lo fue en San Marcos y lo será en San Miguel el próximo domingo o en Santa Ana la siguiente semana. Sin embargo, la procesión podría ser lo de menos. A Cristo lo debemos de mantener en nuestro interior. Al igual que los discípulos de Emaús que reconocieron a Cristo en la partición del pan. Por eso, la pandemia, querido Paco, habrá podido con la procesión, pero no con el fervor y la devoción. Podrán meternos en la cárcel pero dentro de una celda podremos ser libres en espíritu.

No interpongamos el orden de los factores como en la suma o las multiplicaciones porque aquí sí se altera el producto. No por haber salido de una forma u otra -o de no tener procesión- el Corpus es menos Corpus. Y quien piense que lo imprescindible es ver un cortejo, un 'tachín' y un capataz, es que tiene ganas de calle aunque la coja contramano.

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