Abrir el periódico, poner las noticias o entrar en las redes sociales es el pan de cada día de muchas personas cuando se despiertan por la mañana. La necesidad creada de estar siempre informados de lo último que ocurre se convierte prácticamente en una patología que no nos deja desengancharnos de las pantallas. Es curioso, sabiendo que, en la mayoría de los casos, lo que vas a leer, ver o escuchar es una mala noticia.

Y eso ha ocurrido estos días en los que, al margen de la catástrofe del volcán de La Palma, las noticias con respecto a la covid-19 son, parece que definitivamente, bastante halagüeñas. Habrá aún gente que se oponga a las vacunas pero, casualmente, desde que se comenzaron a suministrar las dosis en masa de los diferentes tipos de 'antivirus', los casos han bajado en picado, hasta tal punto que parece que la normalidad vuelve para quedarse. Y es que se dice pronto que haya pasado un año y siete meses desde que toda esta locura llegó a nuestras vidas.

Con este sinvivir informativo me refiero, concretamente, a la noticia de que "existe la posibilidad de que la covid y la gripe común confluyan este invierno". La gripe, que lleva décadas en nuestras vidas y cuya gravedad para ciertos sectores la mayoría conocemos, vuelve ahora tras su misteriosa desaparición durante 2020. Una desaparición que alegan al uso de mascarillas en todos lados, evitando que se propagara hasta alcanzar apenas quince casos en todo el año. Parece que la covid la desbancó por completo.

Y es que, quizás, nada sea tan horrible como lo vivido durante la pandemia del coronavirus, pero los medios de comunicación así lo vaticinan. Mensajes excesivamente violentos que hacen, todavía, ver a más de uno y de una con doble mascarilla mientras camina solo por la calle, con un extraño temor como el que se preocupa continuamente porque pueda ser atracado. Un miedo innecesario del que tenemos que empezar a desprendernos, quieran o no los medios de comunicación.