Análisis

Ignacio Arrabal

Escritor

¿Para qué ha venido aquí?

En la nota previa a esta nueva edición de 'Un incendio invisible', su autora, Sara Mesa (Madrid, 1976), nos aclara que los pequeños cambios que ha introducido en la obra son prácticamente imperceptibles para el lector. Yo entiendo perfectamente ese impulso de modificar algunas cosas de una obra que escribimos hace tiempo, y sospecho que no ha sido fácil para la escritora que esos cambios sean mínimos. Como yo no leí esa primera edición de la novela, que ganó en su día el Premio Ciudad de Málaga, no puedo corroborar si esos cambios son o no tan inapreciables, aunque creo firmemente en la palabra de Sara Mesa cuando así lo asegura. Una cosa en la que no estoy de acuerdo con Mesa es cuando dice, también en esa nota previa: La historia que aquí se narra no tiene pretensiones de verosimilitud. Claro, lo de 'pretensiones' no puedo discutirlo, ya que es algo que pertenece únicamente a la intencionalidad de la escritora, pero sí que consigue en cada página que nos creamos que Vado (Cuidad imaginaria donde transcurre la historia) existe o pueda realmente existir. Y tal como ocurre con la ciudad, ocurre con sus personajes, creíbles seguramente de tan estrafalarios y extraños y desamparados. Y no voy a dar ningún dato sobre estos personajes, ya que son, con mucho, el punto álgido de la novela, aun cuando el protagonista, el doctor Tejada, tenga a veces un no sé qué que no termina de encajarme.

Otra cosa que me gusta de Sara Mesa y de esta novela es que el escenario, la ciudad de Vado, es un personaje más que, además de acoger la acción, sufre la desesperanza y el abandono y el fuego y la ausencia de futuro. Y lo hace de tal manera que sentimos que pueda la ciudad tener también sus sentimientos.

Una esplendida novela por donde transitan geriatras y ancianos, estudiosos de los éxodos urbanos y extrañas instituciones de dudoso cometido, hoteles sin pernoctadotes, esposas de 'goma' y perros que buscan el último cariño antes de la muerte, niñas que se llaman Miguel y Dios en una sopa. Y luego están las cosas que pasan cuando parece que no pasa nada.

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