Análisis

manuel bernal romero Escritor

Las zambombas y la Generación del 27

En estos días mucho es lo que se habla sobre la conmemoración del noventa aniversario de la Generación del 27siguiendo la estela de una imagen, que gracias a una buena gestión de márquetin se convirtió en el icono de una generación, pero que ocultó los nombres de un amplio grupo de escritores y escritoras de los que desconocemos casi todos. Y aunque últimamente se ha convertido en moda reivindicar los de algunas mujeres, se hace cometiendo dos errores: el primero llevar a la primera posición los de algunas que tuvieron poca obra o casi ninguna, pero que deben sonar bien a los fines editoriales y políticos; y lo que es peor, contribuir al olvido de otros muchos hombres que también formaron parte de esa generación y que han sido siempre omitidos.

La famosa foto es sin duda un testimonio, pero también la constatación de que una imagen no vale más que mil palabras. Una foto, o unas fotos, porque por lo menos hay dos, que fueron realizadas por los fotógrafos de la prensa gráfica sevillana Eduardo Rodríguez Cabezas, que firmaba como Dubois, y Juan José Serrano; aunque estúpidamente y sin ningún fundamento algunos han publicado que fue realizada por Pepín Bello, un amigo de los retratados sin más mérito literario que la amistad.

De todos modos no venía hoy a hablarle de ese tema. Se cuentan tan pocas novedades sobre esta generación que pensé que sería interesante que conocieran algo nuevo. Recordarán seguramente que en aquellos días de diciembre y en aquellos actos que se convocaron para enaltecer a la joven literatura, que no a Góngora, tuvo mucho que ver el torero Ignacio Sánchez Mejías, amante de la cantante y bailarina Encarnación López, 'La Argentinita', que por estos años había dejado los escenarios por amor al diestro. Y él los ruedos por amor a ella. Puro folletín. Claro que ambos volverían cada cual a su sitio. Ella a la escena y él al ruedo hasta que lo mató el toro Granadino.

Cuando ella quiso volver a los ruedos Ignacio quiso para Encarnación el gran espectáculo que se merecía. Corría la II República cuando el torero pidió ayuda a Rafael Alberti, que estaba descansando en Rota con su querida María Teresa León, para que le ayudase a localizar cantaores y bailaores no maleados en la provincia de Cádiz, y sobre todo en Jerez, una de las cunas innegables del cante. Y de esa ayuda, y con la colaboración de Federico García Lorca, que arregló para Encarnita algunos temas populares, nació el espectáculo 'Las calles de Cádiz', que se estrenó en la capital gaditana en junio de 1933 y días más tarde en Madrid, con éxito de crítica y público.

Sería en ese espectáculo, ahora que estamos en tiempos de zambombas navideñas, donde el grupo de cantaores y bailaores participantes, naturales de Jerez y no profesionales, por primera vez escenificaron bajo guión de Ignacio y como broche de oro, la representación 'Nochebuena en Jerez', actuación en la que se interpretaron por primera vez los villancicos según el modelo hoy tan popular en las zambombas, tal como se recoge con detalle en mi ensayo 'La Generación del 27 y el flamenco', que publicará pronto la editorial Renacimiento.

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