Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Adagio contra el olvido

Dentro de un tiempo, nadie nos recordará y nuestros nombres se habrán olvidado". La doctora Pilar Rodríguez Martínez, además de ser una gran profesional, es una persona que sabe muy bien lo que dice. Y cuando dijo esas palabras el pasado martes tras recoger el Premio Especial Ciudad de Jerez en nombre de los sanitarios que han luchado (y luchan) contra la pandemia en la ciudad, lo tenía muy claro. Porque ya están viendo, meses después del inicio de la crisis sanitaria, que hay una enfermedad casi tan grave como el coronavirus: el olvido.

El olvido es lo que hace que parezcan parte de un profundo pasado las tardes en los balcones para aplaudir a los sanitarios desde los balcones y se hayan cambiado ahora por reproches ante la falta de asistencia, las esperas y las colas que en la mayoría de los casos no son responsabilidad de los profesionales sino de quienes les tienen que proporcionar los medios y organizarlos. El olvido es ese otro bicho que hace que se bajen la guardia y las mascarillas cuando ni de lejos esto ha pasado y con ello se ponga en peligro la salud de todos y especialmente de las personas más vulnerables.

El olvido es sinónimo también de insolidaridad. Esta pandemia que, como se ha dicho un millón de veces, ha sacado lo mejor y lo peor de nuestra sociedad -del propio ser humano- tiene unas consecuencias económicas tan desastrosas que no podemos permitirnos el lujo de olvidar aquellos días en los que se llenaban pabellones de alimentos y productos básicos y los voluntarios atendían a las personas que no pueden valerse por sí mismas.

Por eso, cuando el viernes Cecile Colette Babiaud interpretaba un desgarrador adagio sobre las tablas del Teatro Villamarta, o el no menos arrebatador tema principal de la película 'La lista de Schindler', lo que escuchábamos era también un aldabonazo a las conciencias y una llamada a no olvidar. La historia de la Humanidad está llena de ejemplos de errores que se han repetido recurrentemente y ahí está la mencionada película de Spielberg para recordárnoslo.

Y mientras sonaban esas deliciosas melodías y Jerez reconocía a quienes lo han dado todo por los demás, incluso pagando el precio de sus vidas, la noria del olvido continuaba girando entre nosotros: enfrentamientos institucionales por el cierre de la capital de España, la insolidaridad de los insaciables independentistas, segregacionistas y supremacistas o, a escala local, los enfrentamientos continuos por adoquines o por la farola de un parque.

Todos los discursos de estos días, desde Su Majestad el Rey hasta la alcaldesa de Jerez, pasando por toda clase de cargos públicos, han llevado una palabra en común: unidad. Todos llaman a ella como la única forma posible de arreglar los graves problemas que sufrimos. Unidad. Sí, es una música que suena muy bien, que queda estupendamente en cualquier discurso. El problema viene cuando hay que ponerle la letra. Entonces no hay acuerdo. Y olvidamos.

La doctora Pilar Rodríguez añadió a su frase: "...pero sí el esfuerzo que hicimos por salir adelante". Así sea. Gracias.

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