SE va Fidel, el viejo dictador ha anunciado su adiós, deja la presidencia de Cuba después de 50 años de dirigir con mano férrea un país que durante un tiempo fue ejemplo de socialismo hasta que cayeron las caretas y se vio que debajo de aquel proyecto ilusionante no había más que una dictadura pura y dura.

El Fidel que derrocó al Batista corrupto, monigote de Estados Unidos, no tardó mucho en mostrar su verdadero rostro. Al principio caló la idea de que apostaba por una sociedad libre, con sus necesidades básicas cubiertas, con educación y sanidad universal, y en la que se valoraba la capacitación profesional y los valores personales antes que la cuenta corriente. Con el transcurso de los meses se advirtió que aquella Cuba idílica, a la que se sumaron incluso quien contaban con buen estatus social y económico en la época de Batista, iba a dar paso a una dictadura. La palabrería de Fidel, pidiendo un margen de confianza con el argumento de que había que corregir muchos errores antes de dar paso a una libertad plena, caló en los sectores más decididos a apostar por aquel joven barbudo que puso en riesgo su vida por salvar a Cuba, para que dejara de ser "el prostíbulo de Estados Unidos", lugar de diversión y lujo que contrastaba con una miseria galopante.

Sin embargo, hubo familias enteras que se dieron cuenta muy pronto de que Fidel nunca iba a apostar por la libertad, y abandonaron la isla. Los que creyeron en Castro ya no pudieron hacerlo cuando se dieron cuenta de que las cadenas llegaban a todos los ámbitos: Castro abolió la posibilidad de movimientos, como abolió cualquier tipo de libertad. Anuló la propiedad privada, no aceptó más ideología que la que él defendía y no dudó en condenar a muerte o a prisión a los discrepantes. Cuba se convirtió, con el paso del tiempo, en una inmensa cárcel de la que un porcentaje alto de cubanos querían huir sin conseguirlo, mientras la Unión Soviética dirigía sus destinos, organizaba su ejército, se responsabilizaba de los suministros, formaba a los estudiantes más experimentados y ayudaba a Castro a organizar una red de delatores y vigilantes.

Esa Cuba existe, pero con la enfermedad de Fidel se empieza a a ver la luz al final del túnel. Dejó todo en las manos fieles de su hermano Raúl, al que vigilaba de cerca, pero el propio Raúl ha iniciado una ligerísima apertura. Ahora el anuncio de Fidel de que se retira definitivamente de la primera línea hace pensar en que un futuro mejor es posible.

Se produce ese anuncio cuando acaba de llegar a España un puñado de disidentes y cuando un estudiante se enfrentó verbal y públicamente al presidente de la Asamblea por la falta de libertad y de oportunidades, sin ser detenido por ello. En Miami aceptan ya que los cubanos de la isla preparan su futuro al margen de quienes han crecido bajo las alas protectoras de Estados Unidos pensando siempre en el regreso, y en los países democráticos cunde la idea de que hay que ayudar a los cubanos de Cuba a iniciar una transición que les conduzca gradualmente a la democracia.

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