He escrito varias veces minuciosamente tratando de dilucidar el misterio de por qué ni preocupa ni irrita nada de lo que hace el gobierno de Pedro Sánchez ni las corrupciones que florecen en los alrededores del PSOE. Como son tantas las razones de eso (una vez conté hasta diez), si las expongo aquí, me quedo sin espacio para el argumento que toca hoy. Damos por sentado el hecho, tan evidente, y vamos a lo nuevo.
La benevolencia social con los gobiernos de izquierdas tiene un talón de Aquiles. En el sentido metafórico, de un único punto vulnerable entre una coraza inexpugnable de complicidades y miramientos. Y en el sentido literal de que es, además, un talón bancario, porque se trata, esta vez sí, de la economía.
Mientras el gobierno recoja emigrantes ilegales, abra tumbas, se haga fotos, se invente neo ministerios, legisle la eutanasia y pacte con los independentistas, no tendrá problemas (por mucho que a mí en concreto me incomode). Sin embargo, cuando eso empiece a costar dinero a los españoles, ojo. Con la pólvora del rey (de nuevo, en sentido figurado y literal) pueden hacer lo que quieran, pero cuidado con las carteras. Es pagarlos uno, y las tres cuartas partes de los discursos que tan bonitos nos sonaban nos parecen, de inmediato, soberanas tonterías. Las subidas de impuestos proyectadas por el Gobierno de Pedro Sánchez serán, como en un columpio, bajadas de popularidad paralelas; y todavía peor cuando produzcan una contracción del consumo y, por tanto, de la economía.
Porque esto funciona así, Rajoy entendió que la economía era lo único importante. Tan embebido estaba en el bipartidismo que pensó que la política era un espejo simétrico. No. Para el PSOE sólo "es la economía, estúpidos", porque ha hecho una previa labor muy planificada de adoctrinamiento sistemático. La mayoría social, si no le afecta al bolsillo, va al rebufo. La derecha rema contra corriente.
El problema de Sánchez (del que no parece advertido, pues ya está subiendo impuestos) es cuadrar su política de gestos vacuos y caros con los números y la falta de presión fiscal. Ay, si las matemáticas no fuesen tan fascistas… Todo nos hace sospechar que no lo logrará. Ojalá cuando la derecha vuelva al poder gracias a la economía sea capaz de entender que lo que basta para que caiga la izquierda no sirve para sostener a la derecha. En Troya, el talón de Aquiles no le sirvió de gran cosa a Héctor.
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