Escribir artículos no es un trabajo, al menos estos modestos artículos. Tampoco es una tarea porque, más que de una obligación, se trata de un encuentro, de una charla en la que poder coincidir o disentir, en la que desfogar y desahogarse, una charla casual que busca ser improvisada pero que lleve también a la reflexión, que no se quede en el lugar común y no repita lo ya dicho hasta la saciedad. Muchos le llaman mojarse. Escribir artículos es tener la posibilidad de hablar bajito para que sólo te escuchen, aquellos que tienen un mínimo de interés; los demás pueden mirar mi nombre cortésmente, leer el título y seguir su camino, su lectura hacia otra cosa. Escribir también es arrepentirse a veces.
Cuento todo esto porque por primera vez voy a dejar de publicar en agosto. Me da vergüenza llamarlo vacaciones porque en vacaciones debemos buscar el placer y, por placer y sin premura, debería de entregarme a los artículos y a los paseos por la playa como se entregan los jóvenes a los amores de verano. Pero, voy a hacer el experimento. Veré si todo el mundo me sigue diciendo de qué debo escribir, si continuarán pidiéndome que no saque la conversación que estamos teniendo en el periódico o si me reñirán por determinada opinión que no comparten. Intentaré sanarme de este raro vicio de ver artículos por todas partes y de ponerme a escribir mentalmente hasta que borro y vuelvo a la realidad. Comprobaré si el silencio llama al silencio. Y les echaré de menos, eso es seguro.
Leer periódicos es un acto libre y personalísimo. Cada cual sabe qué lee, que se salta, en qué orden y por qué. Yo empezaría por las esquelas y después buscaría un horóscopo embaucador que a primera hora de la mañana me diga que la conjunción de estrellas me es propicia y que tendré un buen día por ser signo de agua simplemente, que el amor de mi vida me está esperando, aunque no le haga caso y que el éxito me aguarda a la vuelta de la esquina. Un horóscopo que me prevenga: ten cuidado cáncer, te puedes llevar un desengaño si pones tanto entusiasmo. Eres una manirrota. Un horóscopo que me haga saber también cómo le va a ir al resto de la familia después de rastrear todo el zodiaco. Una necesita ser engañada en las grandes incógnitas de la vida y el horóscopo lo hace en pocas líneas y con determinación. Sabiendo quién se ha muerto y cómo nos va a ir el día, todo lo demás es pura decoración, incluidos mis artículos.
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