yendo al grano

Víctor Cantero /

Ahora sí

A ÑOS atrás mucho menos. Me refiero al alto interés despertado entre los nuevos demandantes de empleo por optar a una plaza de funcionario. Según fuentes del IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) citadas por El País, de 16.3.212, el 56% de los jóvenes españoles entre 16 y 30 años, incorporados recientemente al mercado laboral, preferiría contar con un puesto de funcionario, frente al 14,5% que optaría por un contrato indefinido en el sector privado. Y es aquí donde pretendo poner el dedo en esta ocasión. Hace tan solo unos años, justo antes de que se desatara esta crisis, lo de trabajar en lo público no resultaba ni atractivo ni interesante para las sucesivas promociones que salían con su título bajo el brazo de nuestras universidades. Daba mucho más lustre eso de ser ejecutivo o de currar como jefe en cualquier empresa de postín. Mejores salarios, mejores condiciones laborales, mejores medios…todo era mejor. Como consecuencia, la imagen social del empleado público no pasaba de ser la de un mediocre asalariado que nunca podría optar a puestos de renombre. Han llegado las vacas flacas y las tornas han dado la vuelta. Ahora si mola eso de lograr un empleo estable, pues en el sector privado las cosas no pintan tan de rosa como antaño.

No, si van a tener razón quienes apuntan que de todas las crisis se aprende algo, y esta no iba a ser una excepción. Con la escasez de empleo se viene a poner de manifiesto que la dicotomía empleo público o privado no tiene que resolverse necesariamente potenciando el presunto prestigio del segundo en detrimento de la presumible mediocridad del primero. El acceso a la función pública ha estado desde siempre abierto a todos los aspirantes, a nadie se le ha discriminado a la hora de opositar, cosa que no puede decirse de las ofertas de empleo en el ámbito privado, algunas de las cuales ya de entrada excluyen a quienes no cuentan con el perfil "ideológico" del empleador. En todos los empleos se trabaja, en todas las profesiones hay que dar el callo y ello con independencia de las dificultades para acceder a los respectivos puestos.

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