Tribuna libre

Mauricio Gil Cano

Escritor

Alcanzar la brevedad

EL curso en la Fundación Caballero Bonald arrancaba con la presentación del libro ‘Pequeñas sediciones’ (Menoscuarto, 2017), de Javier Vela (Madrid, 1981), escritor vinculado a Cádiz desde su infancia que ha publicado varios títulos de poesía, algunos con distinciones tan señeras como el Premio Adonais o el Loewe a la Joven Creación. Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Complutense, Vela reside en la capital de nuestra provincia, donde dirige la Fundación Carlos Edmundo de Ory. Su primera incursión en la narrativa reúne cuarenta y cinco microrrelatos, de temática y extensión variadas. La brevedad es un concepto relativo. De todo microrrelato se exige que, además de ser breve, lo parezca. Es decir, que no se disipe la sensación de brevedad. Por eso, se prefiere hablar de concisión. En todo caso, los de Javier Vela son textos que se leen de un golpe de vista. Sus ultracortos resultan particularmente intensos. Los hay cercanos al aforismo, como el titulado ‘Habla el fabulador’: “La suspicacia es mutua: tampoco Dios cree en mí”. Abundan las referencias intertextuales y los ejercicios de reescritura, un recurso muy característico para alcanzar la concisión. La elisión que conlleva la práctica de la narrativa hiperbreve requiere un lector cómplice, capaz de captar los guiños del autor y completar en su imaginación aquello que se nos da por sobreentendido. El volumen se abre con una cita del filósofo George Santayana: “Todo en la naturaleza tiene una esencia lírica, un destino trágico y una existencia cómica”. Esta sentencia se puede aplicar perfectamente a los microrrelatos de ‘Pequeñas sediciones’, pues son esencialmente poéticos y ricos en sentido del humor, pero tampoco faltan los finales crueles. Así, el titulado ‘Las causas, los afectos’: “Ella gritó “cuidado” desde la casapuerta y el niño se volvió para mirarla. El vehículo hizo el resto”. En cambio, el titulado ‘El ilusionista’ entraña una ternura conmovedora y vulnerable. Su planteamiento se desliza hacia lo fantástico, algo habitual en este llamado cuarto género. En verdad, el microrrelato es un género muy difícil, aunque a alguien le pudiera parecer lo contrario, dada su mínima extensión y si nos quedamos en un primer nivel de lectura. Son textos que juegan con la polisemia, la ambigüedad y numerosas referencias implícitas. En este sentido, Javier Vela demuestra su pericia. ‘Pequeñas sediciones’ es un pequeño gran libro de microtextos que deja ver las maneras de un narrador solvente. Durante la presentación, el autor manifestó su preferencia por los finales abiertos, como el de —a mi entender— una de las piezas más logradas del conjunto, la titulada ‘El arte de la guerra’, que dice así: “En el colegio todos se mofan de él. A diario le increpan, le humillan, le chasquean. Sin levantar la vista el niño hace oídos sordos, mientras afila calladamente su lápiz”. No hay en el volumen nada gratuito. Todo tiene su porqué y su función literaria. Todo está sabiamente dispuesto, porque detrás de su literatura se parapeta un pensador. Sus hallazgos harán las delicias del lector inteligente.

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