AFIRMABA gente posiblemente bienintencionada que jamás el Real Madrid haría uso del Decreto 1.006/85, que ese prócer llamado Florentino Pérez nunca utilizaría dicho recurso para pescar la pieza deseada. Nada más lejos de la realidad, pero es que, además, parece que no se paraban a pensar en cómo tomó Figo el Puente Aéreo. O sea que el Madrid no la utilizaba, pero siempre y cuando no le resultara necesario.

Aunque la antigüedad de esta práctica la tiene Florentino desde el mismo día que llegó al cargo, al que arribó con Figo de la mano de la misma manera que trece años antes había hecho Jesús Gil con Futre para hacerse con el sillón de Vicente Calderón, ya estamos en el día de la repetición. La Real Sociedad se enrocó en cuanto al traspaso de Illarramendi en la plausible actitud de no querer menoscabar el potencial del equipo en su retorno a Europa, pero...

Ya no hay vuelta atrás, el Madrid se ha hecho con el joven talento guipuzcoano y la Real se queda sin su faro, pero, eso sí, ahora es más rico el club txuri urdiñ. Creo que es una operación fantástica para un club que estuvo al borde de la desaparición hace un par de telediarios. Es la cara buena de este fútbol tan desigual en el que los dos colosos van potenciándose hasta la desmesura mientras van menoscabándose los potenciales de sus potenciales competidores.

Es un gran noticia para la Real por muy importante que fuese Illarra en su equipo. Lo único que verdaderamente debe importarle al aficionado de verdad es si en el Madrid no se le va a cortar su proyección. Es de temer que tanto él como Isco no tengan en el Realísimo la titularidad que disfrutaban en sus equipos y suele pasar que eso derive a una falta de autoconfianza que provoque un estancamiento que sería muy perjudicial para el interés general de nuestro fútbol. Ojalá no.