Afrontamos lo que resta de Cuaresma con un único tema del momento. El coronavirus. Y es que el virus ya ha infectado a más de 3.000 personas en España y se ha cobrado más de 80 vidas. Y todo esto ha generado cierta histeria en las masas, debido a la cantidad de información - entre ella varios bulos - que circulan sobre todo por las redes sociales. Llegados a este punto, hay que dejarse guiar por las autoridades sanitarias primando sobre todo la prudencia y la prevención. Esto es lo que está provocando, acertadamente, la suspensión de tantos eventos próximos como el deporte, los conciertos o las manifestaciones. Y en esas próximas manifestaciones se encuentra las Estaciones de Penitencia de nuestras hermandades, en la cada vez más próxima Semana Santa. En este sentido muchos cofrades se echan las manos a la cabeza cuando se oye, cada vez con más frecuencia la suspensión de las procesiones. Como cofrades - que no cofraudes - y por tanto cristianos debemos recordar que la Cuaresma se basa en tres pilares fundamentales. Reflexión y penitencia, limosna, es decir darse a los demás, y por supuesto oración. Pues bien, esta Cuaresma es un tiempo más que propicio para incentivar la oración. Rezar por aquellas personas contagiadas. Rezar porque cese la pandemia y el contagio. Rezar porque seamos sensatos y coherentes con las indicaciones que nos da la comunidad sanitaria. O rezar por aquellos que ya gozan de la Gloria de la Resurrección. Demos testimonio de la fe y la esperanza como cofrades. Que si está de Dios que este año no haya procesiones, ya las disfrutaremos el próximo, y aprovechemos para vivir una Semana Santa más íntima, en contacto con Dios a través de la oración. Demos ejemplo de que lo más importante para un cofrade, y por tanto cristiano es la palabra de Dios. Beber de la fuente del Evangelio, que es la vida eterna en la que creemos. Dios proveerá. La fe mueve montañas. Y ahora hay que tenerla y demostrarla, más que nunca.