Alejandro V. Garcia

Ana y los lobos

BREVIARIO

05 de diciembre 2010 - 01:00

MI compañera de redacción del Grupo Joly Ana Beauchy tomó un avión el viernes desde Sevilla para pasar unas vacaciones en Marraquech con su marido. Habían planificado con mucha antelación el desplazamiento. Contrataron un hotel en junio y luego el vuelo y se deleitaron imaginando una estancia romántica. Cavafis nos enseñó que Ítaca (el destino) es en realidad el viaje, o la preparación del viaje. Llegó el día. En la aduana le presentaron un papel. ¿Profesión? Periodista. Y ahí concluyó el viaje. A la dictadura amiga de Mohamed VI le espantan los informadores. ¿Por qué? Porque informan. Igual que los conductores conducen y los cocineros cocinan. Pero no es lo mismo. Le retiraron el pasaporte y la abandonaron en el aeropuerto. La convirtieron en rehén del malhadado rey amigo. A esa hora, la caterva impresentable de los controladores (300 sujetos mal contados) abandonaron los aeropuertos, cerraron el espacio aéreo y, por segunda vez, Ana se convirtió en rehén de unos indeseables. La noche la pasó en una especie de calabozo del aeropuerto. Mientras escribo sigue allí, esperando a dejar de ser rehén, pero no del todo. Ana, como todos, también es rehén de los mercados, de los bancos, de las corporaciones, de los gobiernos, de las aseguradoras y de las compañías de teléfonos. Un oficio más que un destino: ser rehén.

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