Andaluces, levantaos

Hoy por hoy, la Junta es una isla liberal-conservadora en un mar socialdemócrata y debería notarse

La querencia es Cataluña, pero los análisis políticos deberían pasar más por Andalucía. Buena parte de la mala sorpresa de las derechas en las generales se debe a las expectativas generadas por sus excelentes resultados en nuestra tierra en contra de las encuestas. También a que la izquierda vio sus barbas sureñas escaldar, y puso a remojar la abstención.

Andalucía además debería contar por su omisión. ¿No ha sido chocante que, mientras que Sánchez se ha dedicado a sus viernes sociales, la Junta gobernada por Moreno Bonilla y por Juan Marín no haya hecho el menor gesto de propaganda institucional que contrarrestase tal chorreo de demagogia gubernamental? Puede que se hayan dormido en los laureles o puede que hayan sido muy escrupulosos con el gasto público como acostumbra el PP, siempre olvidadizo o despreciativo de la pelea política y la lucha cultural, pero ahorrativo. Sea olvido o desdén, han perdido una oportunidad de equilibrar las piezas de la partida y, en caso de que el PSOE afease sus medidas, ponerles por delante un espejo.

También en Andalucía es donde Vox tiene más voz, además de Murcia y Madrid. A los increíbles resultados de diciembre, han sumado 200.000 votos más. Entre otras razones dignas de estudio, en ese incremento de un 50% de votantes sobre el éxito anterior habrá influido la eficacia del voto a Vox, pieza esencial para desalojar al régimen socialista. Eso impone la exigencia de cierto pragmatismo. En ningún sitio, por ahora, tiene Vox más posibilidades de llevar a la práctica sus propuestas que en Andalucía donde su voto es imprescindible para aprobar los presupuestos. Tendría que notarse mucho.

En todo caso, el interés de que Andalucía se convierta en un referente de gestión ejemplar y, ojo, diferente es quizá lo único que une en estos momentos a las "tres derechas". Si las próximas elecciones no nos vuelven a dar otra sorpresa esta vez al revés, Andalucía quedará como una isla liberal-conservadora en un mar socialdemócrata, como alguna vez fue la Comunidad de Madrid. Escaparate de la coalición de centro-derecha, tiene la obligación política de alzarse como un ejemplo de libertad y eficacia en la gestión. No hay mejor atajo para acabar con el actual desconcierto por el chasco electoral. La Junta ha de presentarse como aval a una sociedad española muy prejuiciosa contra todo lo que no sea el discurso demagógico de las izquierdas melosas.

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