La esquina

Apuntes sobre el caso Mari Luz

1Falló el sistema. El omnipresente y omnipotente Estado de un país que presume de estar entre los veinte más ricos del mundo no es capaz de tener una Justicia decente en la que las sentencia se ejecuten una vez son firmes, las instancias judiciales estén coordinadas entre sí y con las Fuerzas de Seguridad, los condenados por un juzgado no se personen por otras causas en el juzgado de al lado sin ser reclamados y los sospechosos de un crimen horrible no sean soltados sin comprobar siquiera sus antecedentes. En fin, sin que pase todo lo que ha pasado en el caso de Mari Luz.

2. Falló el juez. Parece evidente. Todas las asociaciones de jueces apoyan al juez Rafael Tirado. Dicen que está siendo linchado. Es curioso: hay sectores e instituciones que en cuanto son criticados por alguna actuación concreta reaccionan alegando que sufren linchamiento o demonización. Nada de eso. No me interesa la basurilla que le han arrojado a Tirado sobre sus correrías nocturnas, si es que las hubo. Simplemente, en el caso de Santiago del Valle ha cometido un grave error de negligencia, que no puede escudar en la baja de una funcionaria, no tan larga como él alegó en un primer momento. Cualquier persona responsable sabe que, para acometer un trabajo con medios escasos, ha de seleccionar lo prioritario y centrarse en ello. El juez no le dio la importancia debida a la ejecución de una sentencia que él mismo había dictado en primera instancia. Por eso Del Valle seguía en libertad.

3. Falló la autoridad. Los juzgados están colapsados, los papeles se amontonan, las diligencias y los juicios se retrasan. Es decir, el contexto es perfectamente idóneo... para que los errores de los jueces sean más numerosos y más graves. Sin medios materiales y humanos, la Justicia es vista por los ciudadanos como distante, cara, ineficaz y tardía (es decir, injusta). En otro orden de cosas, también ha llegado tarde el interés del Gobierno por el drama humano de la familia Cortés. La llamada de Zapatero al padre de Mari Luz se produce cuando éste se queja de que nadie le ha llamado. La condolencia y la solidaridad del presidente del Gobierno es, de este modo, inducida, mediática, sin la espontaneidad que la tragedia de Mari Luz merecía.

4. ¿Fallan las leyes? Quizás sí. No hablo de la cadena perpetua -la piden muchos, no se puede imponer-, la castración química o la publicidad de los pederastas. Pero abusar de una hija de cinco años es una canallada de tal naturaleza que una condena de dos años y nueve meses se antoja corta; no controlar a pederastas y violadores cuando cumplen sus condenas -como si fueran delincuentes menores- parece ingenuo, y prohibirse los avances de la ciencia en el tratamiento de la maldad resulta socialmente incomprensible.

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