Aquilino Duque, al fin libre

Ahora serás por fin libre, aunque nunca sentiste la más mínima atadura. Siempre dijiste lo que pensabas

Esta noche, Aquilino, tú sobre el puente, tú cruzando ese río que te conducirá hasta esos mares imaginarios detrás de esas montañas de algodón por los que ya navegas, prometiendo abrazos que nunca habrás de dar porque no puedes, porque tus manos están entrelazadas, sujetando una efigie de Manuel que te acompañará para siempre, porque nadie supo jamás describirle como tú, acercarte a Él con el cariño y el respeto de la duda.

Esta noche, Aquilino, tú sobre el río, un Betis a cuya orilla naciste y que tantas veces cruzaste como ciudadano del mundo hasta echar el ancla en Viñamarina, en el suave altiplano del Aljarafe. Allí fuiste un faro que atraía intensamente, una luz que iluminaba a los presentes, un anfitrión que acogía con agrado. Tu casa servía de consulado para conocer a poetas y escritores que, gracias a ti, acababan siendo amigos, pues tú sabías muy bien cómo y a quién tenías que convocar a esos encuentros. Tú siempre un Dux por apellido, empujado hacia un calvario al que algunos quisieron conducirte, pero no lo lograron, porque la grandeza supera a la miseria, y el miserable no es más que eso, un desgraciado que nunca logra disfrazar su incompetencia.

Esta noche, Aquilino, tú cruzando el aire camino del Parnaso en que ya habitas. Ahora serás por fin libre, aunque nunca sentiste la más mínima atadura. Siempre dijiste lo que pensabas y tú mente estaba abierta a otras ideas, pero nunca permitiste que te fueran impuestas. Eso molestaba enormemente a los mediocres, incapaces de debatir, acostumbrados a seguir consignas y a esconderse tras el escudo de la masa y así defenderse del pensamiento libre, primer escalón para el respeto al diferente.

Esta noche, Aquilino, todo habrá cambiado. Ahora solo queda tu obra, que no es poco, ingente, lúcida, eterna. El vacío de Viñamarina será llenado por la evocación de esas noches inolvidables escuchando tus recuerdos de toda una generación de poetas y escritores que trataste de forma cercana y que hoy forman parte de la mejor literatura de los últimos setenta años. Aquellos que te negaron el reconocimiento en vida son ahora más miserables todavía, su mezquindad les seguirá haciendo aún más esclavos de sus miserias. Jamás cruzarán el puente. Tu obra, Aquilino, te hará inmortal, será tu gran legado para ir diciendo al mundo, para ir diciendo al tiempo: Así se muere. Así mueren los hombres.

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