LE ha tocado al madrileño-jerezano Miguel Arias. En cuanto alguien desliza cualquier incorrección política, hay una turba de linchadores agazapados para darle al que se pase hasta en el velo del paladar, a veces incluso pensando igual. Desconozco si es cierto que las inmigrantes utilizan urgencias para hacerse una mamografía, si hay médicos que se prestan -no vaya a ser que a uno le llamen 'racista', que es la segunda palabra que aprenden los inmigrantes en España; la primera es 'derecho'- y, por último, si es cierto que en Ecuador una mamografía cuesta nueve meses de sueldo. Lo que sí puedo decir, con conocimiento de causa, es que Arias no se equivoca en lo de los camareros. ¿Dónde están aquellos camareros de Madrid, los del 'bocata mares' o 'al fondo hay sitio' con el bar hasta la bandera? No se trata de inmigración o no, simplemente no ha habido relevo. Estar detrás de la barra es duro y, salvo el que lo necesita, nadie quiere (en Madrid) trabajar la psicología mientras pone boquerones en vinagre.