Ad Hoc

Manuel Sánchez Ledesma

Arte en guerra

EL museo Guggenheim de Bilbao es a la vez bello por dentro y por fuera. La calidad indudable de su colección estable y el acierto con que sus responsables manejan las nuevas exposiciones hace que sean reflejo fiel de la vanguardia artística mundial y a la vez alumbre ideas nuevas y provocadoras. Por ende, la arquitectura de Frank Ghery proporciona espacios sorprendentes al transitar por las salas del museo, por lo que el tiempo pasa volando. Si quieres tomarte un descanso puedes disfrutar de las tiendas, impresionante la librería, o tomarte un refresco en las terrazas de la cafetería, contemplando la hermosa ballena de titanio varada en la ría.

Me ha sorprendido gratamente una de las exposiciones actuales denominada Arte en Guerra. Relata en un amplio espacio la evolución de los artistas en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. En una primera parte el contenido es puramente histórico, con un gigantesco cronograma en el que mes a mes se relacionan los hechos bélicos en el contexto europeo. En vitrinas, se exponen textos e imágenes curiosas que permiten hacerse una idea cabal del ambiente ominoso de pre-guerra con las disposiciones legales que permitieron la censura absoluta, so pretexto de no desmoralizar a las tropas francesas, la capitulación tras la derrota, el gobierno de Vichy y la presidencia del mariscal Pétain. Impresionan las medidas antisemitas, desde un cartel que ordena a los judíos presentarse en el Ayuntamiento de París para ser censados, ellos y sus familiares con expresión de sus propiedades o el formulario oficial para que los funcionarios hicieran declaración jurada de no ser descendiente de judíos. Se hace luego un repaso de los artistas que vivieron en Francia o en el exilio. En sala aparte se muestra la obra de pintores que acabaron internados en prisiones o campos de concentración.

La sala que más me gustó fue la dedicada a Pablo Picasso. La peripecia humana del malagueño fue dramática. Era vox pópuli su posición anti-fascista y por ello fue acusado en manifiestos y tuvo que recluirse en su estudio, durante el conflicto. Lo salvaron el ser universalmente conocido, lo que haría muy incómoda su desaparición y sobre todo su carácter. ¿Saben ustedes que hizo en tal trance?: pintar más que nunca. Hay cumplida y hermosa prueba de ello. Pero si hay algo que estremece de verdad en la muestra, son los trabajos artísticos de los presos en los campos de internamiento. Obras de arte en cajas de cerilla, retratos a lápiz en objetos inimaginables, hasta la portada de una revista clandestina en Auswicht. Un retrato en una minúscula hoja, lleva escrito en el dorso: No tirar. Es el mensaje de esperanza en una botella, lanzada al océano de la barbarie humana.

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