Ella

Ella es otro rostro robado de los paseos por el continente de la belleza negra que tanto seduce

Acabo de verla por primera vez en una fotografía colgada de la pared de un nuevo salón. Ella es la protagonista única de un gigantesco retrato cuyas dimensiones están reservadas a los presidentes para las galerías del Congreso. Es una fotografía cuya firma no adivino. Quizá esté detrás, pero ahora no veo necesario descolgarla. Ella es una criatura de una belleza arrebatadora, e inquietante. Le habrá dicho el fotógrafo que mirase hacia el horizonte o, probablemente, le haría muchos disparos hasta elegir esta.

Está de perfil y no se llega a ver el pecho. Aunque se distingue que es una niña. Su pelo está rapado al uno, lo justo para poder hacerse dibujos en la parte de atrás de la cabeza. Unas rayas que por el contraste de la frondosidad capilar resulta ser un atractivo adorno. En el dilatadísimo lóbulo de la oreja se ha encajado un pendiente de gruesa madera del tamaño de un CD. Desconozco qué representa el gigantesco pendiente que me sigue fascinando. Unos pocos collares hechos a mano con cuerdas y pequeños abalorios le enmarcan el busto que enfoca la fotografía en blanco y negro. Y ahora todo son mis interrogantes. Esa criatura estará dando la vuelta al mundo en un turismo imaginario, aunque ella seguirá en su tribu caminando descalza con los niños del poblado.

El día que le visitó ese fotógrafo, ella no sabría dónde iría a parar ni en qué se convertiría la captura de esa moderna máquina. Para él, se llevaba de África una de tantas formidables imágenes con las que hacen renta moral y económica. Los blancos nos metemos en su mundo sin pedir permiso. Aunque nos reciben con grandes alegrías. Les llama la atención nuestro pelo, nuestra piel blanca y que tengamos pelos en los brazos. Saben mucho de nosotros, más de lo que suponemos. Somos unos estúpidos. Por nuestras constantes visitas a África, por lo que veo en Instagram, ya parece el parque de atracciones de verano. Son muchísimas las personas -famosos, también- a las que les gusta hacerse una fotografía rodeados de niños negritos. Como la mítica de Audrey Hepburn. Esto del turismo africano habrá que hacérselo ver. Ella es otro rostro robado de los paseos por el continente de la belleza negra que tanto seduce. Ella no sabe cómo la admiro. A ella no le importa mi admiración.

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