Pilar Cernuda

'Bad news'

03 de diciembre 2010 - 09:01

SI se cumple el dicho de no news, good news, que significa que si no hay noticias es que las noticias son buenas, en sentido contrario las news significa que las cosas pueden ir mal. Y vaya si hay noticias, por no salir bien las cosas ni siquiera nos llevamos una alegría en Zúrich y es Rusia la que se lleva el Mundial de fútbol y, después, Qatar, no nos dejan ni el premio de consolación. A perro flaco todo son pulgas, dice otro refrán. Llevamos días en los que no sale nada como se esperaba que debiera salir.

Los españoles estaban pendientes de la decisión de Zúrich respecto al fútbol, con un resultado que ha sido un jarro de agua fría; por otra parte, los llamados “mercados”, tan mencionados en los últimos tiempos, estaban pendientes en cambio de la comparecencia de Trichet, y tampoco trajo buenas noticias. El Banco Central Europeo garantiza liquidez a los países del euro al menos hasta junio, pero nada ha dicho sobre la posibilidad de comprar deuda española.

No se ha pronunciado, ni buenas ni malas noticias, pero el hecho de que no haya adelantado nada sobre sus planes no pronostica nada bueno. A lo mejor en unos días o unas semanas anuncia la ansiada compra, pero de momento ha dejado a Zapatero, y a su equipo, con la miel en los labios. Y a todos temblando, porque desde el pasado domingo la España económica y empresarial es un continuo runrún y aunque las medidas de ajuste presentadas por Zapatero, el famoso plan B, han sido recibidas con buena disposición por “los mercados” –otra vez– y por buena parte de los partidos de la oposición, a nadie se le escapa que el subidón de la Bolsa estaba directamente relacionado con la idea de que Trichet iba a traer buenas noticias para España. Y sin embargo se han quedado en un quiero y no puedo; no son malas, pero tampoco como para echar cohetes, porque la compra de la deuda continúa quitándole el sueño al equipo económico del presidente. Que no al presidente, que hace unas semanas contaba en una entrevista que dormía como un lirón.

A la desazón por los problemas económicos, por las cifras crecientes del paro –aunque este mes han sido menos altas, pero crecientes al fin y al cabo– y por las cifras de déficit, deuda, operaciones especulativas y primas de riesgo, se suma la ambigüedad del BCE sobre su disposición a la compra de deuda española. Trichet pretendía tranquilizar garantizando la liquidez, pero no ha sido suficiente.

No cuando se tiene la sensación de que desde que finalizó el verano no hay día en el que se conozca una noticia buena. Ni una.

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