EL primer Balón de Oro español desde Luis Suárez está al caer. Han pasado cincuenta años, que no son pocos; hubo otros que quizás pudieron merecerlo, pero serán Xavi o Iniesta quienes escriban su nombre y el de todo un país en tan prestigioso palmarés. No, no me olvido de Messi, sin lugar a dudas el mejor futbolista del mundo, pero no es exactamente eso lo que se premia con este galardón. El Balón de Oro reconoce los méritos de una temporada y, aunque los números del argentino son espectaculares, el discreto papel de su selección en el Mundial le colocan con cierta desventaja respecto a sus dos compañeros en el Barcelona. Para ganar no basta con ser el mejor si no se tienen suficientes credenciales. Y si no, de qué iban a tener uno de estos Nedved o Cannavaro...

El premio, entonces, parece cosa de dos. Xavi o Iniesta, Iniesta o Xavi. Es difícil elegir entre uno y otro, tanto como para un niño decidir si quiere más a papá o a mamá. Los dos lo merecen, así que un Balón de Oro para cada uno y solucionado... Sus virtudes son las de la campeona del mundo. Xavi es la inteligencia, la pausa, el que manda sin alzar la voz; Iniesta tiene la magia, la clase y el remate que sólo los privilegiados de este deporte poseen. Dar el galardón al catalán sería reconocer al que hace de todo y todo bien; premiar al genio de Fuentealbilla valdría para mitificar aún más su histórico tanto en el Soccer City ante Holanda, el que nos hizo, y todavía casi no me lo creo, campeones del mundo por primera vez en la historia.

A nadie escapa que en la elección de la terna de finalistas hay un claro reconocimiento a la labor de cantera del Barcelona. Tres productos de La Masía entre los tres mejores futbolistas del mundo, ahí es nada. Nunca en la historia del galardón había pasado nada parecido y es justa recompensa para los que, en lugar de comprar balones de oro, los forman. Pero aquí ya no hay colores ni envidias posibles; vaya para Xavi o para Iniesta, el Balón de Oro será para todos los que disfrutan del fútbol. Felicidades.