Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

Eres Bárcenas

AQUÍ pasó lo de siempre. Han muerto cuatro romanos y cinco cartagineses". En la última fusilaron al autor, a García Lorca. Floriano, ese portavoz del PP, se ruborizó cuando una estudiante alemana de Periodismo le preguntó en El Escorial por las repercusiones del caso Bárcenas en el Gobierno. Vaya, romano, si lo que el cartaginés debía preguntarte era por los ERE. Más allá de que son escándalos por corrupción, ambos casos no se parecen casi en nada y, atención romanos y cartagineses, el uno no anula al otro. Es decir, que el descontrol de la Junta y la mangancia de Lanzas no fue menor porque Rajoy cobrase un sobresueldo siendo ministro de Aznar. Ni al contrario: ya pudiera Alaya imputar a Zarrías, a Griñán o a Mocedades que no resta gravedad al hecho de que Bárcenas El Genovés solventase sus mordidas en Suiza. Ahora entiendo por qué los de Correa le apodaban Luis El Cabrón: porque querían externalizar el negocio. Ni son iguales ni se anulan, pero a medida que lo de Bárcenas vaya a más, el caso de los ERE deberá subir como la espuma. Escrito está. La muerte de los romanos no le procuró la vida a los cartagineses, pero ésa es la ilusión. Si Rajoy no quiere hablar en el Congreso, que no mire a Griñán: aquí, dos comparecencias específicas y 82 preguntas orales. Y una comisión, aunque sólo sirviese para certificar que Roma y Cartago a veces confluyen.

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