Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Barómetro

LOS dos datos principales del barómetro de opinión que ha publicado nuestro periódico este fin de semana son sustancialmente paradójicos. El primero es que, pese a los zarpazos de la crisis (y a los zarpazos aún más rabiosos que lanzan todos esos apocalípticos que predican las consecuencias de la recesión con un placer casi enfermizo) la intención de voto de los andaluces apenas ha cambiado. Si ahora se convocaran elecciones, los socialistas revalidarían su arqueológica mayoría y el PP reafirmaría su trasnochada vocación de aspirante. Es decir, que la influencia de todo el maremágnum que se ha desatado en los últimos meses (y de todos los diagnótiscos que hemos escrito) apenas redundaría en la representación parlamentaria. El segundo aspecto principal, de raíz igualmente paradójica, que nos sirve el barómetro es que, a pesar de la fidelidad del voto, a los andaluces les encantaría que los dos líderes que llevan tantos años representando su papel de vencedor y vencido fueran sustituidos. Eso sí, no se sabe bien por quién. Los dos partidos mayoritarios se han cuidado de no designar (ni sugerir) sucesores quizá con la secreta convicción de que la indecisión constituye un seguro de permanencia de sus viejos leones.

¿Somos los andaluces, en lo tocante a política, unos tipos contradictorios hasta extremos casi sádicos o, más bien, unos ciudadanos consecuentes que, ante el predominio de una oligarquía política, sólo podemos expresar nuestras inquietudes, como Chesterton, mediante el arte de la paradoja? La segunda alternativa es la que más me convence. La mayoría de los andaluces se sienten apegados a la izquierda pero, al mismo tiempo, están obligados a votar una alternativa con un apego al poder muy conservador; el segundo grupo mayoritario se siente ligado a la derecha, pero preferiría un líder que no supusiera un aval de victoria de la izquierda.

Eso sí, sociológicamente no hay duda: prima el fenotipo de la izquierda. El 71,4% está a favor de la ley de la muerte digna, el 61,7%, respalda la posibilidad de voto de los inmigrantes, y un 45,4% avala la ley de memoria histórica (frente a un 38,2% de reacios). Sólo la reforma más permisiva de la legislación sobre el aborto (que no el aborto en sí mismo, que tiene un respaldo superior al 60%), siendo la mayoritaria, no alcanza cotas de tantas contundencia.

Voto a inmigrantes, muerte digna, memoria histórica y aborto representan cuatro características que esbozan la izquierda sociológica. Y en cierto modo constituyen una garantía de fidelidad de voto al PSOE que es fidelidad a Chaves. Salvo que el aburrimiento sea tan soberano, o la crisis económica tan violenta, que todo salte por los aires. Mientras, la paradoja.

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