SE ha desatado una batalla campal en los fogones. No es extraño. Ocurre en otros ámbitos de la cultura. Dieron mucho que hablar las luchas entre poetas, los del bando de la experiencia frente a los de la diferencia. Con el tiempo se vio que, a la postre, sólo hay una poesía necesaria: la buena. En gastronomía, sabemos que el resultado está en la mesa, al margen de discursos demagógicos que enmascaran la promoción de un libro y su autor. Con la salud no se juega.
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