PESE a que ahora mismo tengo los pantalones algo calados y los pelos como si el secador la hubiera tomado conmigo, la lluvia de estos días no la veo con malos ojos, algo que creo que comparte conmigo la mayor parte de España, sabedora de que en breve comienza el verano y que los pantanos no están todo lo llenos que deberían de estar para estas fechas. Lejos de entrar en polémicas de trasvases, hay veces en las que me resisto a pensar en que en algunos sitios del norte de España se desembalsa agua más de una vez al año. O se hacen los pantanos pequeños o es que hay algo que falla. También me resulta increíble que en Almería se haya aprendido a amortizar una gota de agua al máximo precisamente por ser puro desierto y en otras provincias no se haya aprendido ni a regar los jardines con agua no potable. Una lástima. Por eso, ahora que la lluvia aporrea los cristales me alegro mucho. Por fin, pura primavera.