COMO los viejos municipales de mi pueblo, que acudían siempre al lugar de la reyerta cuando los contendientes estaban ya en la Casa de Socorro, con una flor de sangre en el pecho o con la oreja arrancada de un mordisco, así vengo yo ahora, cuando ya nadie escribe sobre lo de "miembros" y "miembras", para defender a Bibiana Aído, ministra de Igualdad del Gobierno Zapatero. En mi descargo, para justificar mi tardanza, tengo que decir que cuando la cosa estaba caliente yo no tenía columna para expresarme, aunque es verdad que podía haber acudido a la inefable sección de 'Cartas al Director'.

No. No es que me parezca bien lo de "miembros" y "miembras". Me parece que un idioma, como cualquier ser vivo, no puede ser violado ni violentado bajo ningún concepto, por muy igualitario que sea, y desde aquí pido a la ministra que retire tamaña afrenta a la lengua española. Si yo defiendo a la señora Aído es porque los articulistas, editorialistas y opinantes, salvo raras excepciones, han respondido a su indudable mal paso con una violencia machista inconcebible. Bien está que se critique a los ministros, hasta ahí podíamos llegar, pero que todo gire en llamar "florero" a doña Bibiana, o que se asegure que está en tan importante cargo porque los del PSOE le debían un favor a su padre, demuestra que seguimos instalados en la creencia, consciente o inconsciente, de que la mujer es inferior al hombre y sólo debe ser utilizada como ornato o como mercancía para pago de deudas masculinas.

Bibiana Aído es persona emprendedora, concienzuda, todo muy alejado de la imagen de 'niñata' que han querido dar de ella. Cuando yo fui concejal -perdónenme, no lo haré más- y ella estaba en la Junta de Andalucía, tuvimos alguna relación institucional. Incluso hay por ahí una foto en la que se nos ve inaugurando una exposición. Me pareció siempre una gran mujer y una esperanza política, y por eso me dolió tanto lo de "miembros" y "miembras". Cuando me lo contaron me eché las manos a la cabeza. De tristeza, no de alegría como otros.

Si a Bibiana Aído le hubiesen atacado como atacan a Rajoy o a Zapatero, sin alusiones a su condición de mujer, yo me habría callado. Si escribo, si la defiendo, aunque sea con tardanza, al modo de los Municipales de mi pueblo, es porque tiene tanto derecho como los hombres a equivocarse. Eso, creo, es la igualdad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios