TIENE QUE LLOVER

Antonio Reyes

Bla, bla, bla...

La realidad es terca como una mula. Afortunadamente esta circunstancia, la obstinación, la tozudez de la realidad, es una especie de defensa natural que nos protege contra las alharacas y la torpeza de quienes se empeñan en contradecirla.

Digo esto porque hay que ver la cantidad de veces en que los hechos, con su ritmo natural y pausado, vienen a contradecir las palabras de los 'salvadores' que, travestidos de políticos, lanzan mensajes a los cuatro vientos de manera interesada a la busca de nuestro voto, del voto de los ciudadanos, seres anónimos y, según la creencia de nuestros políticos, incapaces de pensar y madurar por nuestra cuenta.

Hace unos meses, lógicamente antes de las elecciones, el problema del agua en Cataluña era portada de todos los medios y causa de enfrentamiento entre los partidos. Los ciudadanos asistíamos incrédulos y sedientos a esta situación. Tras la contienda electoral comenzaron los proyectos, las reuniones, el estudio de las posibilidades, las broncas entre los sectores interesados, los dimes y diretes. Todos tenían la varita mágica y la solución ideal para el problema. Finalmente, ¡loado sea Dios!, se aprobó la propuesta definitiva que, como no podía ser de otra manera, no contentó a nadie: un trasvase de aguas desde el río Ebro a Barcelona para asegurar las perentorias necesidades ciudadanas.Pasado un tiempo, y después de que las hipotéticas obras lleven casi un mes de retraso, la realidad, juguetona y traviesa, ha dejado con el culo al aire a políticos de uno y otro signo, a Presidentes y Ministros, a 'Consellers' y Directores generales… Empieza a llover y llover, los embalses se llenan, y las autoridades, siempre responsables, desembalsan el agua y, naturalmente, ésta cubre los campos y arrasa con el brócoli, la coliflor, el trigo y todo lo que se ponga por delante. Y pasa lo que pasa: los agricultores, una parte de los cuales se oponían al trasvase, hoy, desgraciadamente, maldicen el agua que les sobra; los políticos paralizan el proyecto contratado porque ¡ya no es necesario! Y a nadie se le cae la cara de vergüenza.

Igual podríamos decir de la crisis económica. 'La recesión, palabra menos chocante que crisis, está controlada', nos decían. Hoy, la realidad de nuevo les da un tirón de orejas a tantos mentirosos: nos acercamos a los tres millones de parados y los precios de los productos básicos, incluida la gasolina, no paran de subir.

El problema es que en este país, como no se planifica, vamos poniendo parches al dictado de las circunstancias. De esta saldremos, ¿alguien lo duda? El problema es que quedaremos maltrechos y dentro de poco tiempo la realidad, cachonda y testaruda, nos pondrá de nuevo en un brete. Entretanto, bla, bla y bla: nuestros responsables sólo tienen palabras, palabras y más palabras. Como dice un amigo: este país sólo se arregla con elecciones cada quince días. O, añado yo, con unos políticos mudos, en contacto directo con la realidad, que planificaran más y hablaran menos. Calladitos estarían más guapos.

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