Hoy se vive el llamado black friday, una costumbre proveniente de los Estados Unidos que se inicia después del día de Acción de Gracias, hermosa tradición ésta última, en donde las familias se reúnen en una cena para agradecer a Dios lo que han recibido durante el año. Esta celebración se inició en aquél país en el año de 1789 durante la presidencia de George Washington y fue declarada fiesta nacional por el presidente Abraham Lincoln. El día de Acción de Gracias rememora la hazaña de los Pilgrim Fathers, un grupo de protestantes separatistas que partieron de Inglaterra y llegaron en 1620 a las costas de Plymouth, Massachusetts, a bordo de un barco llamado Mayflower. Durante su primer invierno en el Nuevo Mundo murieron más de la mitad de los recién llegados, pero con la ayuda de los nativos, los nuevos colonos lograron su primera cosecha a finales del siguiente verano, la cual agradecieron a Dios con un festejo que duró tres días. Pero tras el hermoso gesto de dar gracias hizo su aparición el consumismo. De acuerdo con Bonnie Taylor-Blake, de la Universidad de Carolina del Norte, el término black friday tuvo sus orígenes en Filadelfia durante la década de los cincuenta, ya que como resultado de publicitar grandes ofertas llegaron a la ciudad tantos clientes que colapsaron las tiendas, las calles y el tráfico, haciendo que la policía y los agentes encargados de la circulación trabajaran turnos extraordinarios. De ahí el término de un día "negro". En el año 2003 y para incrementar las compras, tiendas como Walmart y Sears ofrecieron descuentos desde el amanecer y en 2011 Walmart optó por abrir toda la noche del jueves y seguir abierto el viernes. Y así es como una celebración de agradecimiento a Dios se ha convertido en una vulgar rebatiña impulsada aún más por las nuevas tecnologías, donde muchos individuos invadidos de una gran vaciedad, compran compulsivamente intentando engañar a su muy estrecho entendimiento de que con tal sandez, serán mejores de lo que son.