Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Bofetada

El emponzoñamiento de la política y la cesión ante socios que no son de fiar hunden la imagen de Sánchez

Todas las encuestas que se van conociendo durante las últimas semanas, hoy publicamos en este periódico una que corrobora la tendencia, señalan que la llegada de Alberto Núñez Feijóo al liderazgo del PP impulsa a este grupo político y señala a su presidente como el inquilino de la Moncloa deseado por más españoles. Sin negar que el nuevo PP ha despertado ilusión en su parroquia, después de una etapa oscura que empezó con la caída de Rajoy y que el bisoño Pablo Casado nunca pudo remontar, tiendo a pensar que por lo menos tan importante como el efecto Feijóo es el contra efecto Sánchez. El presidente del Gobierno se está haciendo cada día más antipático a la ciudadanía. Miren los sondeos de opinión, pero pulsen también el ambiente de la calle hablando con sus amigos o sus compañeros de trabajo. Es una desafección creciente que alcanza incluso a gente que durante décadas votó a los socialistas. No es la situación económica lo que condiciona esta situación. De hecho, teniendo en cuenta el contexto, las cosas no van mal. Hay más gente que nunca trabajando, aunque muchas de ellas en precario, y el dinero se mueve. Intenten reservar un hotel para este fin de semana en cualquier costa de Andalucía o cenar en algún restaurante que esté de moda y verán que es imposible.

No. No van por ahí los tiros. El hundimiento de Sánchez va más por el emponzoñamiento que ha alcanzado la política española y por la imagen de permanente cesión que transmite el presidente del presidente del Gobierno ante unos socios que en el conjunto de España no son nada de fiar. Y esto que, en los comienzos de la legislatura podía ser un sentimiento concentrado en la melé endogámica de la política que se cuece en Madrid, se ha extendido como una mancha de aceite al resto del país. Hay motivos para ello. No pasa una semana sin que el Gobierno abra una vía que pone en jaque la solvencia del sistema democrático, como se ha demostrado recientemente con la polémica en torno al Centro Nacional de Inteligencia.

Existe, pues, la sensación de que hay un ambiente nacional proclive a dar un escarmiento a Pedro Sánchez tan pronto como se pueda y que la bofetada, a fecha fija, va a terminar estrellándose en la cara de Juan Espadas, que dentro de un mes tendrá que medirse en las urnas en condiciones que distan mucho de ser las óptimas. Por si el PSOE andaluz no tuviera ya sus propios problemas, el clima nacional se lo pone todavía peor.

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