La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Buena reforma, errores mil

El voto erróneo de Casero culmina el esperpento de un proceso plagado de errores, paradojas y contradicciones

La reforma laboral impulsada por el Gobierno autobautizado como el más progresista de la historia salió adelante por el voto erróneo de un diputado de la derecha. Uno solo. Después de seis horas de debate. Fue el broche de impecable esperpento a un proceso plagado de errores, despropósitos, contradicciones y paradojas.

El falló, telemático o no, que salvó in extremis el gran proyecto de Yolanda Díaz, sacó del anonimato a Alberto Casero, un oscuro fontanero de la organización nacional del Partido Popular, que resulta ser hombre de confianza de Teodoro García Egea -número dos del partido- en las tareas orgánicas y ex alcalde de Trujillo investigado por presunta prevaricación. También la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, colaboró momentáneamente en el circo cuando declaró derogado el decreto de la reforma por una equivocación en el recuento. Se enmendó instantes después, pero no permitió que el parlamentario popular rectificase en el hemiciclo su metedura de pata informática.

Otra contradicción rayana en lo grotesco. En su agónica operación de caza y captura de votos en todos los territorios, el Gobierno había apalabrado el de los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro (UPN) a cambio de que los concejales socialistas de Pamplona no reprobasen al alcalde de este partido conservador (un asunto completamente ajeno a la legislación laboral, por cierto). Lo pactó con la dirección de UPN, pero los dos parlamentarios en cuestión acabaron votando en contra. Por supuesto, les han pedido que devuelvan sus actas; por supuesto, no piensan devolverlas en absoluto.

Más madera. El Gobierno y el PSOE suscribieron un pacto de gobierno con Podemos para derogar la reforma laboral del PP, lo firmaron también con Bildu y lo comprometieron con ERC. Como la reforma negociada con sindicatos y patronal no deroga lo de 2011, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz han tenido que buscar los apoyos en el centro y la derecha. Sus socios de investidura y legislatura los han abandonado y los han salvado los nacionalistas burgueses del PdCAT y los centristas desahuciados de Ciudadanos, a los que Podemos vetaron para los Presupuestos y los socialistas arrinconaron en consecuencia.

A todo esto, el PP pudo evitar el espectáculo con sólo abstenerse en la votación de una reforma positiva, moderada y socialmente justa. Otro desatino. Es un no parar.

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