Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Calle incertidumbre

Un gran empresario jerezano que lo está pasando mal porque desde que comenzó la pandemia ha tenido que paralizar la actividad debido al sector en el que opera me comentaba hace unos días que lo peor de esta crisis es la incertidumbre. "Si supiésemos más o menos cuánto va a durar esto, podríamos intentar al menos planificarnos para saber si podemos aguantar o nos tenemos que dedicar a otra cosa", decía angustiado. Incertidumbre, esa es la palabra que repiten miles y miles de personas en estos tiempos, desde diferentes papeles, comenzando por la sanitaria, porque si algo ha venido a tambalear el virus, casi a destruir, son las palabras certeza y seguridad en todos los ámbitos.

Los hay que suman a esa incertidumbre más incertidumbre. Me refiero a los comerciantes del centro de Jerez que no es que no sepan cuándo se va a acabar la pandemia, es que ni siquiera saben cuándo van a acabar unas obras de repavimentación que llevan meses socavando sus negocios, que no levantan mínimamente la cabeza. Que no se sepa cuándo se va el virus se puede entender, pero que a estas alturas no se sepa cuándo se van a acabar las obras del eje Esteve-Corredera, sin entrar en luchas de responsabilidades políticas, es para hacérselo mirar. Esta semana, una comerciante de otra zona en obras, Cerrón-Santa María, recriminaba públicamente a la alcaldesa el retraso en estos trabajos que tanto le están afectando negativamente a ella y a otros comerciantes. La reacción de la mujer es perfectamente comprensible, una mezcla de desesperación, desconfianza y desconcierto ante lo que está pasando en el peor momento posible. No se pueden justificar jamás los malos modos y afortunadamente el incidente no fue a más que a esa manifestación de la impotencia que sienten muchas personas y que trasladan a sus gobernantes, en cuyo sueldo también va aguantar esos desahogos (ya digo que siempre sin violencia física o verbal) como tuvo que hacer Mamen Sánchez el otro día.

De la misma forma que hay que recriminar a quienes utilizan estas situaciones para sacar tajada política. Da igual que hablemos de la Comunidad de Madrid o de Jerez. No se puede aprovechar este momento de desconcierto general que afecta a municipios gobernados por partidos de la más diversa ideología para calentar el ambiente o incluso alcanzar el poder.

En Jerez, el problema del comercio en el centro va mucho más allá de una pandemia o de unas obras. Merece un análisis mucho más amplio y completo porque viene de tiempo atrás, cuando esta ciudad, sus gobernantes de diferentes partidos, decidieron convertirla en el municipio con mayor superficie de centros comerciales por habitante de Andalucía, lo que en su momento produjo sus réditos de todo tipo pero que, unido al cambio de modelo y hábito de compras de los ciudadanos, la pandemia y las obras, ha conformado una tormenta perfecta.

Hoy, Joaquín Sabina cantaría de la calle melancolía a la calle incertidumbre.

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