La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El Calvario, cristo de los mulatos

Sánchez Cid documentó que era obra de Ocampo y ahora Rodríguez Mateos documenta que fue el Cristo de los mulatos

El nombre del investigador Joaquín Rodríguez Mateos es desde ahora tan importante para su hermandad del Calvario, además de para la historia de la Semana Santa, como el de Sánchez Cid. Este encontró en el interior del Cristo, al restaurarlo en 1940, el documento de su autoría, hasta entonces atribuida a Montañés: "En el año de mil y seiscientos y doze, reynando en España el rey don Filipe tercero, nuestro señor, y siendo arçobispo desta çiudad de Sevilla el ylustríssimo don Pedro de Castro y Quiñones, acabó este santo cristo Francisco de Ocampo, escultor de ymaginería, por debusión [devoción] de Gaspar Pérez de Torquemada, vecino desta ciudad en la collasión de Santa Catalina, para poner en la dicha yglesia de Santa Catalina en una capilla suya de la Encarnasión, questá junto a un jardín que la dicha yglesia tiene …". A algunos hermanos no les sentó del todo bien el descubrimiento: "Antoñito, tienes que hacerte del Calvario, el único crucificado de Montañés que sale en Semana Santa" le decía Antonio Reina -de ilustre saga calvarista- a mi padre allá por 1932, ambos compañeros de pupitre en el Instituto Escuela de Villasís.

Rodríguez Mateos ha encontrado en el Archivo Histórico Provincial la escritura notarial por la que los herederos de Pérez de Torquemada vendieron en 1636 la imagen a la hermandad de la Presentación de Nuestra Señora, conocida como la de los mulatos, radicada en la parroquia de San Ildefonso. Se sabía -otro hermano del Calvario, Ignacio Camacho, autor de La hermandad de los mulatos de Sevilla, premio de investigación Ciudad de Sevilla, lo ha estudiado- que el Cristo estuvo en la parroquia de San Ildefonso hasta su derribo en 1794 que conllevó la extinción de la decaída hermandad de los mulatos, que fue vendido en 1799 a la Escuela de Cristo, que cuando San Ildefonso se reconstruyó el párroco, don Matías Espinosa, tan devoto del crucificado que se hizo retratar junto su imagen, pleiteó hasta recuperarlo en 1818 y que en torno a él, tras encargar a Astorga las imágenes de la Virgen de la Presentación y San Juan, se reorganizó la hermandad de los mulatos en 1886. Pero faltaba un dato esencial: ¿el Calvario fue el Cristo de los mulatos? Rodríguez Mateos ha probado con su descubrimiento que es el mismo al que los mulatos dieron culto entre 1636 y 1794. Quede para otro día comentar el curioso destino racial de las imágenes de los Ocampo.

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