Hace ya días que venimos observando que estamos inmersos absolutamente en plena Campaña Electoral. Todavía faltan, no obstante, algunos meses para que el 26 de mayo los ciudadanos seamos convocados a los colegios para elegir a nuestros concejales de donde saldrá la persona que ocupe el máximo sillón de nuestro Ayuntamiento. Es verdad que, aún, no hay carteles en las paredes con miradas sonrientes ni los políticos han salido a la calle a repartir besitos, apretones efusivos de manos; tampoco, todavía, ha comenzado el tiempo donde, de manera convulsiva, los candidatos, en comitiva, entreguen abanicos, mecheritos o bolígrafos con las siglas de los partidos. Sin embargo, es bien patente que estamos en Campaña pura y dura. No hay acto cultural, deportivo, benéfico o, incluso, taurino, que los políticos no estén en la palestra electoral. El otro día me encontré, en una querida Corporación a la cual pertenezco y que se destaca por su continuada programación de conferencias de todo tipo, como algún miembro de un partido al que nunca habíamos visto en tal institución, se hacía presente con evidente ganas de que se le viera. En estos días, en los que el Festival de Jerez es máximo protagonista de la Cultura de esta ciudad, todos los ediles manifiestan su gran afición al flamenco y no es de extrañar ver a bastantes munícipes por peñas y saraos hablando con pasión de la soleá a la manera de o de la gran Macanita y su forma única de interpretar las bulerías. También hemos visto a algún miembro muy importante de nuestro Ayuntamiento en inauguraciones de exposiciones artísticas cuando durante cuatro años nos han sabido donde se encuentra la Sala Pescadería. Lo bueno que tiene este afán de dejarse ver es que, al menos por una vez, van a saber que los cuadros se cuelgan en las paredes.

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