Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

Caos se apodera de ese mundo

Vox, en vísperas de una moción de censura catastrófica, puede agotarse, tal como le está ocurriendo al extremismo alemán

Iván Espinosa de los Monteros ha viajado a Estados Unidos para aprender un poco sobre las fundaciones de pensamiento de ese país, y ha regresado con un nombre: Disenso, que va a ser el think tank con el que Vox quiere hacer la competencia a la FAES de José María Aznar. El nombre refleja la voluntad de este partido de oponerse a lo que ellos llaman dictadura progresista, a la ideología de género, a las políticas de integración racial, a unas supuestas multinacionales del ecologismo y a todo nacionalismo que no sea el español. Por eso ha viajado a ese laboratorio anarcoliberal en el que Donald Trump quiere convertir a Estados Unidos. Allá por los años setenta del siglo pasado se emitió una serie que parodiaba las películas de espías, Superagente 86, que estaba protagonizada por un desconcertante Maxwell Smart. Los buenos trabajaban para Control y los malos, para Caos, que estaba dirigida por un enanísimo Mister Big que moría víctima de un rayo que él mismo había inventado.

Disenso y caos es lo que Trump debe sembrar en su país como último recurso para ganar las elecciones de noviembre. Hasta ahora, quienes practicaban la estrategia de la tensión lo solían hacer desde la oposición para descabalgar con métodos turbios a gobernantes legítimos. Italia fue sacudida durante los años sesenta y setenta por una oleada de terrorismo de extraña procedencia, donde se mezclaba el extremismo de izquierdas con la ultraderecha, y la mafia, con las logias masónicas. En los primeros años de la Transición, se vivieron unas semanas muy peculiares con los secuestros de Oriol y Villaescusa por parte de los Grapo, organización de la que Gutiérrez Mellado siempre sospechó de sus vínculos ocultos.

Trump no llega a tales extremos (y Vox ni se le acerca), pero los últimos sucesos de Estados Unidos -policía mata a negro, antifacista mata a seguidor del presidente y fan de Trump mata a más negros- tiene un eco prebélico que deberían inquietar más allá de las peculiaridades de un líder que, en efecto, parece que trabaja para Caos y no para la Casa Blanca. Si el conflicto social se desmadra más que la pandemia, Trump tendrá algunas opciones para ganar. Si no fuese así, el experimento populista habría acabado.

En Alemania -siempre hay que mirar Alemania para adivinar lo que viene hacia España-, el extremismo se está hundiendo en favor de las opciones del centro, y eso que en el país gobierna una gran coalición. A Vox, que está en vísperas de su moción de censura catastrófica, puede pasarle lo mismo, porque Cataluña y la respuesta que le dio Rajoy fueron lo que prendieron su surgimiento.

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