Jerez íntimo

Marco A. Velo

Carmen en plural, Jaime Bachiller, Justo Casas, Antoñito Gallardo…

Alfa: Ni un atisbo crepuscular en el blanco rostro de su edad octogenaria. Cortés, educadísimo, un esciente y consciente tratado de las buenas maneras. La mirada clara del amigo a punto. Siempre evidenciando la excelencia azul de sus formas exquisitas. Un profesional -pediatra- como la copa de un pino, como la cima del ciprés que indica el oteado horizonte de su ahora cielo sin dédalos terrenales.

Jaime Bachiller, el académico espejo de tantos otros, fallece en la prorrogación de una enfermedad -esa intrusa zumbona- que jamás le hizo añicos. Al menos Jaime poseía la virtud de la aceptación -de la somatización- cuya desenvoltura cotidiana rechaza y cercena de raíz cualquier encono de queja. Nunca se quejó de aspectos o coyunturas personales ni utilizó la protesta como enmascaramiento de la inacción. Fue un hombre privilegiado y, en calidad de tal, agradecido. Entero y enterizo. Los quejicas -además por lo común de seres alicortos- ni realizan la tarea propia ni estiman el esfuerzo ajeno. Precisamente el Papa Francisco acaba de colgar en la puerta de su habitación “de la suya residencia”, la Casa Santa Marta, un cartel -regalo del psicólogo Salvo Noé- en el que puede leerse: “Prohibido quejarse”. Sabiduría a raudales.

El texto -rotunda la máxima, balsámica la prohibición- concluye con su adjunto consejo: “Para volverse el mejor hay que concentrarse en las propias potencialidades y no en los límites; por lo tanto: deja de quejarte y actúa para hacer mejor tu vida”. Jaime Bachiller en estado puro, en el ejemplo encarnado. Beta: Creo a pies juntillas en los pactos de sangre, en las razones de consanguinidad, en los fenómenos parentales de convergencia, en la alquimia genealógica, en la transmisión de la estirpe, en los huesos que se ramifican en otros huesos, en la urdimbre generacional, en la casta de la heráldica y en los vasos comunicantes de las ramas que de idéntico tronco salen. No he tenido la ventura -mea culpa- de asistir a ninguna oración poética -léase pregón cofradiero- de Antonio Gallardo Monje. Pero en virtud de todo cuanto he descrito no cabe la menor duda de su destreza lírica encima de las tablas. Y del imperio del legado inmaterial que atesora pecho adentro. El Consejo de Cofradías ha acertado de lleno y de pleno. Con puntualidad y con suntuosidad. La que dimana de un apellido que es metáfora de arte, ingenio, alteza de miras y don de gentes. ¡Enhorabuena al joven pregonero de la Semana Santa 2018!

Gamma: No abandonamos el ámbito tierno del Pregón de la Semana Santa. En los mentideros de la ciudad siempre se dijo que algunos cofrades relevantes tenían escrito el suyo a la espera de la sonada y la sonanta de la flauta de una designación cuyo nombramiento jamás llegó a cristalizarse. Pongamos por caso Miguel Ruiz Ruiz, a quien de un modo u otro echamos tanto de menos en no pocos sectores de la ciudad. ¿Miguel Ruiz Ruiz dejó escrito todo cuanto sabía su oronda figura de jerezano experimentando en mil batallas? Parece ser que sí el Pregón -su Pregón- de la Semana Santa. Resultaría harto interesante acceder a dicha obra innominada. A este legado post mortem. ¿Verbalizarlo y materializarlo incluso a modo de libro póstumo? Delta: Un directorio de whatsapp con un puñadito de miles de amigos y allegados da para mucho, para suficiente. Verbigracia para felicitar a Carmen en plural. Entre ellas, a guisa de ejemplo, a Carmen Cozar, Carmen Ruiz-Henestrosa, Mari Carmen Alonso, Carmencita Mateos, Carmen Soto, Carmen Chichón, Mari Carmen Romero del Castillo, Carmen Valenzuela, Carmen Ballesteros Iñigo, Carmen García Herrera, Mari Carmen Ortega García, Carmen Oteo, Mari Carmen Herrera, Carmen Cabanillas…

Épsilon: Fallece Justo Casas, paradigma de la enología jerezana, académico eficiente, profesional notabilísimo quien, casi con unción sacrosanta, dignificó por largo la cultura del vino. La muerte, de nuevo, como una atigrada veladura -y no voladura- que cincela en un amén el frontis de la mudanza última. O primera. Ya dijo San Pablo que somos caminantes y no moradores.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios