Las dos orillas

José Joaquín León

Carretera de la muerte

EN Andalucía, en la provincia de Cádiz, hay una carretera que le destroza todas las estadísticas a Pere Navarro, director general de Tráfico. El pasado viernes se registró otro accidente, con un muerto y seis heridos. El fallecido fue Ulises, un amigo de la cantante Ana Torroja y la modelo Esther Arroyo, que sufrieron heridas y siguen hospitalizadas, pero tuvieron más fortuna, dentro de la desgracia. En esa carretera, la N-340, en el tramo de la muerte, entre Vejer y Algeciras, también fallecieron cuatro jóvenes el pasado mes de agosto. Se han contabilizado más de 160 víctimas mortales en la última década.

Si estos muertos los hubiera causado un grupo terrorista o una catástrofe aérea no se hablaría de otra cosa. Pero los muertos de las carreteras parecen de Tercera División. Sólo le interesan a sus familiares y al señor Navarro para maquillar las estadísticas luctuosas. Pues bien, conviene proclamar que esta carretera es una vergüenza pública, porque sigue sin ser autovía a causa de la desidia del Ministerio de Fomento, que encabeza Magdalena Álvarez. Tampoco la oposición protesta demasiado, porque el PP pudo construirla en sus años de Gobierno y empezó el primer tramo con muchos años de retraso. Tampoco ahora se hablaría para nada de la N-340 gaditana si no hubiera estado a punto de morir en ella Ana Torroja, una de las principales cantantes del pop español en los tiempos felices de Mecano. El morbo ha vuelto los ojos hacia la carretera de la muerte.

¿Por qué no es autovía, pese a ser la conexión natural entre las bahías de Cádiz y Algeciras? Por motivos políticos. Cuando el PP gobernaba en la Moncloa rubricó un acuerdo para que Fomento construyera la autovía entre Chiclana y Algeciras, mientras la Junta terminaba la de Jerez-Los Barrios. Una vez que el Campo de Gibraltar encontró una salida natural hacia Sevilla por la autovía autonómica, el Gobierno central inició las obras, a su aire, desde Chiclana a Vejer. Sin embargo, el tramo que falta, el más peligroso, está paralizado por falta de dinero, por falta de ganas y por falta de proyecto. La dificultad que plantea el trazado por la zona de Tarifa, con su impacto ambiental, es la excusa perfecta. Magdalena puede echar las culpas a los ecologistas, y eso que se ahorra Solbes.

No importa que se quede sin autovía el sur del Sur, que es tanto como decir el culo del mundo. No importa que mueran más de 15 personas al año. No importa que el peligro sea evidente en una carretera accidentada, con camiones y automóviles potentes circulando a tope. Al menos ahora se han enterado de que allí, en una Cruz de navajas del tráfico, en un cruce traicionero, estuvo a punto de morir Ana Torroja, y un amigo engrosó el catálogo de víctimas.

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