La esquina
José Aguilar
Una querella por la sanidad
El otro día lo recordaba al pasar por la calle Jardinillo, detenido mi coche en el semáforo de Santiago, donde el freidor. En la pared que hace esquina, a la izquierda, estaban las tres carteleras que anunciaban las películas, cuando en Jerez había cines en el centro y aún no se había convertido en lo que es hoy: un páramo de calles semidesiertas, locales vacíos y negocios anclados, muchos de ellos, en mitad del siglo pasado.
Pero, a lo que iba. Recuerdo muy bien esas carteleras: Cine Jerezano, Cine Lealas y Cina Delicias o Riba. Había otros tres carteles en la calle Guadalete, esquina ya con la calle Ponce. Entonces existía la magia del cine, el olor a ambientador, a palomitas de bolsa y la sensación de que entrabas en una especie de refugio (en realidad, el cine y sus películas son eso; un refugio), en una máquina donde el tiempo se detenía y hacía el fin de semana ameno, lejos del colegio en mi caso, y del trabajo en el caso de los adultos.
Pero hoy ya no queda de ello sino un descampado donde crecen las malas hierbas, otro que es solo fachada y un edificio abandonado, y otro tres cuartos de lo mismo, recuerdos de un tiempo pasado que ya no va a volver.
Lo mismo que ocurrió al Valeria o al Riba, hoy por hoy convertido en un supermercado, antes de ser una discoteca por la que pasó medio Jerez.
Ahora, para ir al cine, o tienes coche si vives lejos del centro comercial donde está, o pillas un taxi o andas más que un misionero. Y apenas es lo mismo, claro. Todo muy moderno, muy dolby sourrand o como se escriba, pero no tienen el encanto de un cine en el centro de la ciudad.
Nada queda, digo. Solo el recuerdo de los cadáveres de cemento y olvido. La memoria de las carteleras aquellas que anunciaban a un Clint Eastwood aún joven o lo último de Disney.
Pasa el tiempo rápido. Y la películas de nuestras vidas, aún más.
También te puede interesar
La esquina
José Aguilar
Una querella por la sanidad
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
Otra vez
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Nada más distinto que dos hermanos
El microscopio
La Moncloíta, ¿y ahora qué?
Lo último