Casado es Hamlet

Entre tantos partidos, lo lógico es que Casado se haga un lío; pero mirando a España desde Europa, se aclararía

El riesgo de dedicar un artículo a las indecisiones de Pablo Casado con la moción de censura es que es capaz hasta de decidirse al fin, y dejar obsoleto este texto. ¿Seguro? No, porque el largo período de indecisión entre el "no" y la abstención ya no hay quien lo borre, además del hecho más significativo aún de que lo que inmediata y automáticamente rechazó fue el "sí".

Le comprendemos, cómo no. No quiere regalar la iniciativa a Vox. Quizá la solución, como ha sugerido Álvarez de Toledo, hubiese sido presentar inmediatamente una moción alternativa. O sumarse, como le ofreció Vox, a la existente. imponiendo un candidato de consenso o incluso del PP. Pero él pasó, y ahora es agua pasada.

Hoy su problema es que su negativa al "sí" es tácticamente lógica, pero un "no" no lo entenderían los votantes del PP, tan hartos del dúo Sánchez-Iglesias como el votante de Vox, o más. Y la calle de en medio de la abstención, que tienta a Casado ("carácter es destino") y que él ensaya con esa pose suya de "psch, esto no va conmigo", refuerza la imagen de un PP que se raja.

Tanta indecisión hamletiana sólo la salvaría una visión más amplia que la de la política partidista. Como ha explicado Cristian Campos, el gran éxito y la fuerza de Casado estriban en la preocupación por Sánchez que empieza a cundir en Europa y donde el PP es el interlocutor oficial de la oposición.

Y mirando a la Unión Europea, la cuestión es que el "sí" a la moción adquiere nuevos matices. 1) Resultará mucho más difícil explicar allá el peligro que supone Sánchez si no se vota "sí" a una moción para echarle. ¿No eran tan graves, se preguntarán en Bruselas y en Berlín, su gestión sanitaria, su incapacidad económica y su asalto a los poderes del Estado o qué? 2) Otro movimiento que tiene una explicación difícil en Europa es el de negarse a votar por principio con Vox, contribuyendo a deteriorar la imagen del partido con el que se gobierna en Madrid, Murcia y Andalucía. Y 3), por último, si las derechas no son capaces de unirse en un rechazo apenas formal a Sánchez y a Iglesias, cundirán las dudas en Europa de que puedan hacerlo jamás para gobernar un país en crisis. Y el pragmatismo comunitario deducirá que le conviene más entenderse con Sánchez que con unos opositores tan incapaces de hacerlo mínimamente entre ellos. Aunque en casa tenga sentimientos tan encontrados, ante Europa Casado tendría que votar "sí".

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