La esquina

josé / aguilar

Cayo en nombre de la calle

DAN ganas de hacerse monárquico. Mayormente tras escuchar los argumentos de los patrocinadores de la opción republicana. Su indigencia intelectual y su retorcimiento extemporáneo del debate son mucho más clamorosos que los gritos que, dicen ellos, llegan de la calle exigiendo el referéndum. Hicieron más por la causa de Felipe VI que los discursos de Rajoy y Rubalcaba juntos.

Lo que se discutía ayer en el Congreso era si se aceptaba o no la abdicación del rey Juan Carlos. Al plantear el dilema monarquía-república como núcleo central del debate, los detractores de la monarquía se salieron del orden del día del pleno del Congreso. Con consecuencias grotescas: si su No hubiera sido mayoritario, la ley de abdicación habría sido derrotada. O sea, que seguiría reinando Juan Carlos de Borbón contra su propia voluntad.

La votación impidió, en realidad, que hicieran el ridículo. Se aprobó la ley que abre paso a la proclamación del nuevo jefe de Estado por 299 votos a favor y 19 en contra (además de 23 abstenciones). 299 a favor y 19 en contra: esa es la medida exacta del respaldo a la monarquía parlamentaria y a la república indefinida. Lo que decidieron libremente los representantes del pueblo.

¿Que no son representativos porque fueron elegidos en 2011 y desde entonces han pasado muchas cosas? Esa es la primera parte del truco del almendruco. Ha sido cosa de mucha grima oír estos días a Cayo Lara negando legitimidad a los diputados de los dos partidos mayoritarios -pero no a los de IU, salidos de las mismas urnas de 2011- en base a que en las elecciones europeas PSOE y PP fueron apoyados por una minoría del censo electoral. ¿Y cuál fue la minoría que respaldó a IU? Ya se lo recuerdo yo: la quinta parte de la de populares y socialistas. Son cinco veces menos representativos.

La segunda parte del truco consiste en hablar en nombre de la calle. Conceder más legitimidad y poder decisorio a decenas de miles de manifestantes que a los depositarios de la soberanía de 46 millones de ciudadanos. La democracia, con monarquía o con república, no funciona así. En las próximas elecciones generales IU debe proponer como primera medida una reforma de la Constitución que permita el referéndum monarquía-república. Entonces se sabrá de verdad lo que quiere la calle ahora. Que a lo mejor no es lo que interpreta Cayo Lara. Mientras tanto, la voluntad de la calle es la que se expresó ayer en el Congreso. Se siente, Cayo.

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