Anda el patio político y mediático más afín al PP un tanto revuelto estos días por el hecho de que los inicios del juicio de los ERE estén resultando un tanto anodinos y no alcancen las cotas de resonancia pública que merece el que ellos mismos han decretado que sea, para siempre jamás mientras no decidan lo contrario, el mayor caso de corrupción de la historia de España. Se agrava la cosa porque justo ahora llueve sobre las filas conservadoras un chaparrón de basura a cuenta de las confesiones interesadas de algunos de sus corruptos oficiales, que está enrareciendo aún más el siempre enrarecido ambiente de la capital del Reino en unos momentos en los que el navajeo está en niveles de alta intensidad y en el que no está segura ni la continuidad de Rajoy.

¿Cómo es, se preguntan los tertulianos y opinadores más afines a la causa, que mientras en Sevilla se sientan en el banquillo dos ex presidentes y un puñado de ex consejeros y altos cargos la cosa pase casi desapercibida, cuando el todo Madrid habla de la Púnica, de la Lezo, del Canal de Isabel II, de Ignacio González y de Esperanza Aguirre y hasta de Cristina Cifuentes? ¿Es que es comparable, siguen, el expolio de ochocientos millones de los parados en la región de más parados con lo que ha pasado en Madrid, en Valencia o en Baleares?

Aparte de que el juicio de los ERE está teniendo un arranque en tono bajo porque nada de lo que allí se está diciendo, más bien por ahora leyendo, es desconocido y que las confesiones de Granados tienen mucho que ver con las guerras internas del PP y eso siempre vende, hay claras diferencias entre una cuestión y otra. La primera y principal, por mucho que se quiera obviar, es que mientras el PP se corrompía hasta donde podía para llenar las arcas del partido y de paso llevarse algunos al bolsillo unos cuantos millones, lo que se está viendo en los juzgados del Prado de San Sebastián es si se organizó un sistema al margen de la legalidad, de la libre concurrencia y de la transparencia para que fondos destinados a ayudar empresas se dedicaran precisamente a eso. No es un caso menor si se demuestra que fue así. Pero sí es evidente que entre uno y otro hay diferencias notables.

Lo del los ERE ha estado condicionado por la caza mayor que instrumentalizó el PP para que, mediante una instrucción dirigida y segada, se terminaran sentando en el banquillo Chaves y Griñán. El objetivo, por ese lado está logrado, pero no se puede manipular a todo el mundo durante todo el tiempo. Por mucho que algunos lo intenten.

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