Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Chaves se va por sorpresa

TRAS 18 años y 252 días en el poder nos enteramos que Manuel Chaves se va al Gobierno de la nación. Desde el sábado era un rumor insistente, que tomó carta de naturaleza cuando el presidente de la Junta anuló su agenda de ayer y su entorno se evaporó. El efecto colateral andaluz ha sido la sorpresa de una crisis cantada. Este fin de semana, el reelegido secretario general de la UGT, Cándido Méndez, pidió al Gobierno pulso e iniciativa y criticó la inanición del vicepresidente económico Pedro Solbes. Hace una semana, en los Desayunos de TVE, habló de atonía gubernamental. Méndez es persona muy próxima al presidente Zapatero y uno de sus contertulios de fin de semana. Así que su actitud daba certeza a la crisis.

La otra sorpresa es que Zapatero la haya rematado en los ratos libres de la maratón de cumbres del G-20, la OTAN, la Unión Europea con Estados Unidos y la Alianza de Civilizaciones. Al final no sabremos si el niño o niña es de Londres, Estrasburgo, Khel, Praga o Estambul. Lo que sí sabemos con seguridad es que ayer en Praga, ZP tocó el cielo con la punta de los dedos; después de cinco años ha podido ¡por fin! entrevistarse con un presidente americano. No cabía en sí de gozo por su encuentro con Obama. La foto no deja lugar a dudas: el presidente español no abre los labios para sonreír a las cámaras, pero su boca dibujaba una uve infinita, de oreja a oreja.

El nombramiento de Chaves como vicepresidente del Gobierno es un digno colofón a su carrera política: en julio cumple 64 años. En una crónica hace ocho días, José Aguilar escribía sobre la posibilidad de que fuese ministro de Defensa, aunque advertía que su eventual sustituto en el sillón presidencial andaluz, José Antonio Griñán, había comentado que "ni muerto" quería el cargo. Ya sabemos que el vicepresidente no mantiene su negativa, pero también que la salida de Chaves puede llevar aparejado el desembarco de Mar Moreno, la favorita del zapaterismo. Griñán, dos veces ministro con Felipe González, brillante e incluso moderno a pesar de su edad, vale para un roto y para un descosido; también se le consideraba alternativa a Pedro Solbes. Y Mar Moreno, ex presidenta del Parlamento andaluz, efímera consejera de Obras Públicas y número cuatro del PSOE federal, tras Zapatero, Blanco y Pajín, tiene un problema; no es santa de la devoción del aparato regional.

Es curioso: El PSOE andaluz acaba de sacar músculo en Madrid el pasado lunes para mostrar su fuerza al resto de la familia socialista. Se suponía que como advertencia previa al debate final sobre financiación territorial y como despliegue para reclamar autonomía en el relevo de Chaves. De facto, el aparato andaluz parecía conjurado para la continuidad del presidente regional. La jugada de Zapatero no sólo deja sorprendida a la opinión pública. También a su partido.

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