Homo ferians

Fernando / Taboada

Chillido-terapia

ES mentira. Desde la Luna no se ve la Muralla China. Ni se ve la Feria. Pero oírse, se debe oír perfectamente. Porque menuda escandalera se arma en una Feria. Igual que a la ópera se va principalmente a toser, y a los toros el público va a fumar unos puros así de grandes, a la Feria a lo que realmente se va es a pegar gritos. Sorprenden las ganas con las que chilla la gente aquí. Es como si llevaran meses guardándose. Están los que gritan a pelo y los que se ayudan dando palmotadas en los propios muslos. No hay que restarles mérito. Las madres aprovechan para gritar a los hijos sin que les quiten la custodia. Los papás, a su modo, también chillan como si les sacaran la piel a tiras. Los camareros, auténticos profesionales, ponen el listón muy alto, pero los clientes no se quedan atrás y rugen como dicen que ruge la marabunta. El volumen al que truenan las sevillanas es muy de agradecer. Si no, parecería falta de educación tanto vocerío. Pero este jaleo también tiene su cruz. Siendo la Feria un sitio ideal para liberar tensiones mediante la chillido-terapia, es fatal para concentrarse. De ahí que estén muy equivocados esos estudiantes que van por las casetas con los apuntes para preparar sus oposiciones.

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