Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Chin chin

HACE unos años, sugerí que esas navidades brindaría con jerez y no con cava, puestos a defender cada uno el hecho diferencial de su provincia. Recibí una carta donde, entre otros tremendos improperios, se me llamaba "cateto", que es la última cosa que yo diría de mí. Pero lo era, por lo visto, por saber lo que ignoraba mi corresponsal catalana: que hay un jerez para cada ocasión y que, por supuesto, lo hay de postre y muy bueno y muy brindable.

Ahora me acuerdo de esa carta espumosa con ternura. Aquella árbitro de la elegancia no va a dar abasto estas fiestas. El muy efervescente mundo nacionalista ha dado la voz de alarma y pretenden boicotear los cavas Freixenet a cuenta de su comercial de esta temporada.

Sale Bisbal cantando y María Valverde bailando para celebrar el centenario de la empresa. La canción es en la lengua del imperio… británico, aunque la pronunciación de Bisbal semeja más el ataque de la Invencible. Ni el inglés de Bisbal ha molestado a los nacionalistas: sólo el brindis, que es "por los próximos cien años juntos". Como el presidente de Freixenet, José Luis Bonet, ha venido defendiendo la unidad, los nacionalistas se han sentido afrentados, llaman al boicot y están, de paso y como se ve en este artículo y en el de ayer -mucho más sensato- de J. J. León, haciéndole publicidad gratis a Freixenet. Y, de paso, al Alka-Seltzer, porque no me pienso tomar ni una copa de menos de jerez. A más a más, sumaré el cava.

En consecuencia, hay quien concluye que es una jugada maestra de marketing del astuto Bonet. Bueno. Los números están a su favor: dos millones de nacionalistas contra un mercado de 45 millones de divertidos brindadores. Quienes intentan vencer al nacionalismo con simples argumentos economicistas tienen en los caldos espumosos un buen caldo de cultivo.

Pero lo que en verdad saca de sus casillas a los nacionalistas es el mensaje implícito. Les irrita la historia; y así andan, retirando la estatua de Isabel II del Palacio Real de Pedralbes por muy catalán que fuera Agapit Vallmitjana, su autor. El anuncio de Freixenet, al celebrar el centenario de la casa deseándonos otros cien años juntos, está sibilinamente constatando una realidad: la españolidad de Cataluña como mínimo durante los últimos cien años, que es de los que da testimonio directo la compañía, y alrededor de un producto netamente diferencial. Ahí les duele. O les chincha. Chin chin.

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