Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Ciudad sin ley

El Chicle no se rinde". "No podréi con Er Chicle, m..." Flaco favor a Jerez le ha hecho el/la inventor/a de estas frases que algunos han utilizado como eslóganes en los 'memes' que circulan por las redes sociales después de los graves disturbios que se produjeron la noche del pasado martes en esa zona de la ciudad. Algunos 'memes' se han convertido, en ocasiones, en las pintadas actuales de los flojos y cobardes, con frases anónimas muy alejadas de aquellas proclamas por la libertad que se podían leer en las paredes escritas con aerosol. Y, como una gracia, se reenvian, se replican, alentando conductas como las que lo han generado y que no son otras que la delincuencia pura y dura y la desobediencia más absoluta a la autoridad.

Sí, porque detrás de "El Chicle no se rinde" o, da igual, "El barrio X no se rinde", lo que trasciende es que la Policía, la local y la nacional, no conseguirán hacer su trabajo, que no es otro que se cumpla la ley. No, ni El Chicle ni ningún otro barrio de Jerez son la aldea de Astérix que resistía a los imperialistas romanos, ni los simpáticos chicos de Verano Azul que no se moverían del barco de Chanquete. Las redes sociales, que en estos casos son un arma en manos de muchos descerebrados, no han hecho más que propagar un fuego difícil de controlar y en el que se mueven como pez en el agua, aquí y en Pekín, los delincuentes cada vez mejor asesorados.

Algo pasa en esa zona de Jerez desde hace mucho tiempo y la culpa no la tiene precisamente la Policía. Tampoco parece justo echarle la culpa de ese aumento de la violencia al estado de alarma, al toque de queda o a la misma pandemia. Por esa regla de tres, medio Jerez, y media España, estaría atacando a la Policía, insultándola e impidiéndole que cierre negocios ilícitos porque no sólo en la zona sur se sufre. Es cierto que en estos tiempos todo el mundo anda un poco más alterado de lo normal pero eso no justifica, en ninguna parte de la ciudad, que se ataque a los cuerpos y fuerzas de seguridad.

Podemos buscar motivos socioeconómicos, educativos, políticos, hasta urbanísticos, para explicar el abandono que ha sufrido una zona de Jerez durante décadas, pero nunca justificar conductas que ponen en riesgo el sistema de convivencia pacífica. Nada que no pase por condenar lo sucedido esta semana en San Juan de Dios o en El Chicle es razonable y cabal.

Estamos viendo que, lejos de acabar con la existencia de auténticos guetos en la ciudad, éstos y otros se están convirtiendo cada vez más en lugares donde da miedo entrar hasta a los propios agentes del orden. También hay que alertar de la proliferación de auténticos búnkeres donde se planta droga en algunas zonas del amplio término rural de Jerez. Son señales de que, a falta de empleo e inversiones, algunos defienden que solo queda echarse al monte y delinquir. Un mensaje perverso que hay que combatir desde la educación, como mejor prevención, y también desde la autoridad para que no acabemos convertidos en una ciudad sin ley.

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