Ciudadanos se debate en sus dudas hamletianas con la calavera del PSOE-A en la mano.

Les entiendo. Aupar a Juanma Moreno Bonilla a la presidencia de la Junta de Andalucía tiene que hacerse muy cuesta arriba, sobre todo cuando el PP venía muy cuesta abajo y ellos escalaban como sherpas. Pero no hubo sorpasso. Ni en escaños ni en votos. En nada, por mucho que Juan Marín quiera vendernos la moviola de las tendencias. En democracia, como en las Olimpiadas, importa la posición de llegada a la línea de meta: esa foto fija. Colocar a Juanma es lo que más bola se les debe de hacer, pobres; aunque tampoco es fácil para el partido de centro pactar con Vox. Para el PP está chupado porque es una de cal y otra de arena, centro y derecha, y ellos en medio. Sin tantísimas presiones, además.

C's quisiera amagar con ofrecerle a Susana una tabla de salvación contra su verdadero enemigo, Pedro Sánchez, en forma de pacto de centro-izquierda, aunque sin entrar en el gobierno. La gran dificultad externa es que eso necesita la colaboración de Teresa Rodríguez, y no sabemos qué aliciente puede tener ella en salvar a dos rivales tan directos. La gran dificultad interna (y política (y moral)) es que cualquier contraprestación del PSOE implicaría no poder entrar a saco con la aspiradora en el tinglado de la Junta.

La otra tentación es convencer a Vox de que no levante la ídem y que les voten a fondo perdido. Pero ¿por qué Vox iba a meterse en el armario cuando lo histórico ha sido salir de él? Además, tiene que conseguir mucho para sus votantes, y que se note. C's, si lo pensase, también podría sacar algo bueno de un pacto con Vox: no comprar una mercancía tan averiada y antidemocrática al PSOE y a Podemos. Un análisis sosegado del programa de Vox muestra que es un partido perfectamente constitucional, sólo que de derechas, esa realidad ocultada. En el gesto de apoyarse en Vox con normalidad, C's podría sacudirse de una vez la agenda ideológica férreamente impuesta por la izquierda.

Las dudas de C's son hondas y comprensibles, pero por suerte para él no tiene margen. Sus votantes no le perdonarían que desperdiciase la oportunidad histórica de desalojar al PSOE con todas sus consecuencias. Si al final lo hacen, puede que le disculpen estas hesitaciones y nos cambiemos de obra de Shakespeare. De Hamlet pasaremos a Bien está lo que bien acaba. Por ahora vamos por Mucho ruido y pocas nueces.

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