Aunque nos produzca cierto sonrojo -tampoco sería octavilla de una comparsa-, al alcalde de Cádiz y a Teresa Rodríguez le salen muy bien las campañas cantadas, un tanto a lo Pimpinela, pero con la sustancia de las letras de Silvio Rodríguez. Qué cosa fuera la maza sin cantera cantan en su último anuncio los que fueron llamados los Clinton de Cádiz. Kichi, alcalde; ella, lideresa andaluza. A diferencia de lo ocurrido en EEUU, Teresa ha barrido en las elecciones internas de Podemos: un 75% de los votos en una consulta que ha registrado la mayor participación de la militancia. Teresa Rodríguez unió su suerte a la de Pablo Iglesias y a Ramón Espinar, el chico que no quería el piso de Alcobendas, y junto con Anticapitalistas han fulminado la alternativa que en un futuro pudiera encabezar Íñigo Errejón. Podemos será lo que Juan Carlos Monedero tenía en la cabeza, un movimiento más que un partido, una protesta más que un programa de Gobierno, una oposición al sistema más que una alternativa a éste. Pablo Iglesias ya le cortó la cabeza a Errejón en el cuerpo del diputado Sergio Pascual y ahora se aproxima a otra defenestración en Vistalegre 2. Pero a pesar de su adolescencia perenne, Podemos enseña una lección: han debatido sobre dos modelos de partido y han resuelto en unas primarias democráticas. No hay vuelta atrás.

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