La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Cócteles y pactos Mólotov

Se les oye hablar de la democracia con el desprecio con que lo hacían comunistas, fascistas y nazis en los 30

La terrible fotografía de dos agentes de la policía francesa envueltos en llamas tras ser alcanzados por los cócteles Mólotov lanzados por manifestantes antisistema de extrema izquierda -entre sus filas menudeaban las banderas rojas con la oz y el martillo o el Che Guevara- representa la creciente violencia radical que, contra todo pronóstico, no deja de crecer sobre el mismo suelo europeo que se creyó libre de tentaciones totalitarias de extrema izquierda y extrema derecha tras las traumáticas experiencias del comunismo (1917-1991), el fascismo (1922-1945) y el nacionalsocialismo (1933-1945), con sus ramificaciones comunistas en toda Centroeuropa (1945-199o), y fascistas en Portugal (1932-1968) o España (1939-1975). Parece que por duras que sean las lecciones de la historia no todos aprenden de ella y hoy, en 2017, hay quienes hablan de la democracia con el mismo desprecio con que lo hacían los comunistas, los fascistas y los nacionalsocialistas entre los años 20 y 40, considerándose representantes legítimos y únicos del pueblo frente a la corrupta "casta" política; hay quienes votan a los partidos que con mayor o menor disimulo representan estas ideologías; y hay quienes optan por la violencia -llegando al extremo de intentar quemar vivos a los policías, como sucedió en París el pasado uno de mayo- para lograr sus objetivos.

Las confluencias entre Podemos y Mélenchon, y entre este (y muchos de sus votantes) y Le Pen no son casuales. "Le Pen seduce a la extrema izquierda más combativa", se titulaba nuestro editorial de ayer. "Especialmente imperdonable resulta la colaboración (con la extrema derecha) de la izquierda radical de Mélenchon; su irritante ambigüedad ha sido el último y clamoroso espaldarazo a la ultraderecha" se escribía el mismo día en el editorial de El País.

Ya que los policías fueron abrasados con cócteles Mólotov conviene recordar que estos deben su nombre al ministro de Asuntos Exteriores de Stalin que también dio nombre al pacto Mólotov-Ribbentrop, el acuerdo entre Stalin y Hitler que permitió a los nazis invadir toda la Europa continental entre 1939 y 1941. Aquel acuerdo entre monstruos que representaban ideologías monstruosas no fue casual. Guardadas las debidas distancias, porque afortunadamente no estamos en los años 30, que Mélenchon y sus votantes refuercen con su abstención o su voto a Le Pen tampoco es casual.

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