Digital. Esto es lo que se trataba de mediar con uno de los parámetros de las Pruebas OCDE/PISA, 2009. Pues bien, resulta que la juventud española suspende en la comprensión lectora de los textos digitales, dado que el 23% de nuestros jóvenes escolares tiene un nivel muy bajo en este indicador. Y ante este hecho me asalta una pregunta, ¿para qué están sirviendo los millones de euros empleados por las administraciones educativas en dotar de infraestructura informática a los centros escolares de este país? Pues mira por donde, llega una Agencia de Evaluación Externa, la ERA, dígase Agencia de Evaluación de Lectura de Textos Digitales y no da un tirón de orejas al precisar que España tan solo obtiene 477 puntos en este indicador, 23 por debajo de la media del resto de los países de la OCDE. Vamos, que la acabamos de arreglar. Si ya era bajo el nivel de comprensión lectora de nuestros jóvenes escolares en soporte papel, ahora se confirma dicha carencia en relación con los textos digitales. Algo falla, y el nudo gordiano de la cuestión está en haber puesto el acento más en las herramientas que en el artesano.

La lectura es un ejercicio personal y diario que requiere tiempo, interés y dedicación y estos requisitos no se pueden edulcorar mediante el recurso indiscriminado a internet o a las propuestas lectoras "on line". Los buenos lectores se hacen, no nacen. De aquí que por mucho que nos empeñemos en allanar el camino al potencial lector, si este aborrece la práctica lectora estamos perdiendo el tiempo. Los recursos por si mismos no hacen milagros, son medios puestos al servicio de quien sabe sacar partido de ellos, pero no más. La competencia lectora no es una más de las llamadas competencias básicas, es la esencial e imprescindible, pues si no se dominan los contenidos de los textos los sujetos quedan aislados, incomunicados en medio de una realidad que son incapaces de interpretar.

Una vez más nos encontramos ante una tremenda paradoja. De un lado nuestros jóvenes son nativos digitales, dominan las herramientas; pero, de otro dichos instrumentos no les están ayudando a lograr el desarrollo de la competencia lectora. Aquí si que existe una auténtica brecha, una barrera.